Cuestión de chisme

Cuestión de chisme

“El chisme no me gusta, pero me entretiene” es la afirmación popular que usamos para justificar que somos chismosos y lo disfrutamos, en el mejor sentido. ¿Pero qué pasa cuando esto excede los límites normales? Y es que por supuesto, el chisme tiene su lado oscuro que es el que más conocemos y con él no queremos que nos identifiquen. Cuando los chismes son dañinos, además de desperdiciar el tiempo y la energía de quienes participan en ellos, causan ansiedad, dividen empresas, organizaciones y comunidades, reducen la confianza entre los seres humanos y destruyen relaciones, carreras y reputaciones.

Algunas personas chismean para intercambio de información. Otras lo hacen para sentirse superiores, captar atención, establecer control y poder, y por celos o venganza. Bajo esos matices, el chisme deja de ser información fidedigna y se convierte en el chisme negativo donde los datos se distorsionan, se corrompen y están muy lejos de la verdad; tal vez hasta son totalmente falsos.

Con esto, quiero caer en el punto del abuso que hoy día hacemos de las redes sociales y de mensajería, las cuales real y efectivamente fueron creadas para comunicarse con otras personas que se encuentran lejos y así acortar distancias, de manera que puedan estar vinculadas con esas personas y mantener esas relaciones, pero no creo que la finalidad principal de estos medios sea la de estar perdiendo el tiempo en críticas como las que acostumbramos a ver diariamente en nuestros grupos de WhatsApp por ejemplo.

No entiendo porqué el ser humano no puede entablar relaciones sin caer en inmiscuirse en la vida de otros, no hay cosa que yo rechace más que ver cómo un medio que pudiera ser tan provechoso para fortalecer las relaciones, lo utilicemos para desacreditar a otros. Una cosa es comentar sobre algo en particular que te gusta o no, o que te encuentras mal o incorrecto, porque tienes el derecho de decir lo que sientes, pero de ahí a caer en cuestionar despectivamente una conducta, un acto o hasta una vestimenta, atacando la personalidad de otro ser humano cuestionando lo que ha hecho o no en su vida, y sacando a relucir hasta sus antepasados, desacreditando a ese ser humano sin propiedad ninguna, no veo la necesidad…..

Recordemos que “el hombre es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla”, evita ser medido con la misma vara que midas. No todo lo que se piensa, se dice. En la vida uno tiene que aprender a saber ver, oír y callar cuando se amerite y saber reconocer que si no tenemos nada productivo que decir, mejor ni hablemos, porque no tenemos derecho de juzgar a nadie. Así que mejor preguntémonos antes de hablar (y más aquellas/os que tenemos hijos) como nos sentiríamos si fueran otros que estuvieran desacreditándonos de esa manera, que estén atacando nuestra personalidad, nuestra vida, tan sólo por un evento determinado (que por más que haya sido incorrecto) ignorando el antes y el después de ese capítulo de nuestra vida (que ni siquiera sabe cuánto nos ha pesado, o cuánto nos afectó, o cuánto nos arrepentimos por tener que cargar con ese remordimiento el resto de nuestros días) y aunque no haya sido solo UN evento, aunque sea así ¿quién eres para tú para juzgarlo?, el único que sabe lo que es un pecado o no, o lo que debe ser “devuelto” (pagarse) o no en esta vida, es Dios. Entonces ocupemos nuestro valioso tiempo, en ser nosotros mejores seres humanos y aportar a esta sociedad el ser más llevadera la difícil carga que ya de por sí, estos tiempos exige, y de esta manera respetarle a cada quien su vida para que se nos respete la nuestra.

Ya es hora de que todos aportemos nuestro granito de arena para hacer esta sociedad más tolerable y justa, en el que hablemos cuando estemos dispuestos a repetir lo mismo si estuviera presente la persona de quien hablamos, a que desarrollemos la virtud de la discreción y que cuando chismeemos no revelemos secretos de otros, a menos que tengamos su consentimiento, y a que seamos precavidos, porque inclusive los chismes positivos pueden distorsionarse y convertirse en comentarios negativos en la boca de otro. En definitiva, los expertos afirman que el chisme es inevitable ¿será cierto?

 

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