Cuestionamiento y preocupación

Cuestionamiento y preocupación

El artículo 84 de la nueva ley de Régimen Electoral activada con prisas de último momento -aun sujeta a un posible fallo por inconstitucionalidad- dispone una sanción de cárcel y efecto mordaza contra quienes al participar en el debate electoral resulten sujetos de acusaciones por difamación e injuria. Queda legalizada una brecha que serviría para vulnerar la libre expresión del pensamiento por todos los medios existentes en perjuicio de una competencia que debe desarrollarse sin amenazas al derecho que asiste a todo candidato de exponer sus ofertas y cuestionar en correcto lenguaje a sus rivales, invocando elementos de juicio de suficiente credibilidad. Entre campaña sucia y la muy legítima campaña negativa habría quienes preferirían desconocer interesadamente la notable diferencia para restar contenido crítico a los certámenes. El rigor de prisión queda aquí como tratamiento excepcional para los fines electorales que no están contemplados para casos ordinarios
No se libra esta ley de otras objeciones que la configuran como preservadora de esquemas y normativas que debieron quedar atrás, que auguran conflictos y negarían efectividad a los sufragios al momento de computarlos para la asignación a candidatos. Por esos y otros reparos bien fundados, la Junta Central Electoral queda obligada, contra el reloj, a emitir reglamentos y precisiones que coloquen sobre rieles los venideros procesos hasta su mejor final.

El desfallecer de patrimonios

Gascue brilló desde el siglo pasado como expansión de la ciudad de Santo Domingo que de ese modo ganó valor arquitectónico con un hábitat barrial acogedor y homogéneo. El posterior declive de su esplendor es resultado de cambios arbitrarios en el perfil de sus edificaciones para llevarlas a un carácter más mercantil con una modernidad habitacional de mayor densidad pero de poco orden y concierto. Una vorágine repobladora que desfigura testimonios de un pasado con historia que ha debido merecer respeto de la posteridad.
Ha ocurrido lo mismo con otros sitios urbanos por falta de ejercicios responsables y sensibles de autoridad para proteger como manifestación de lo nacional la forma de construir y congregarse para vivir que han tenido los dominicanos. Una ingeniería desmarcada de valores arrasa con todo.

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