MARTHA PÉREZ
Por fin, ha terminado lo relativo al proceso electoral de las elecciones congresionales y municipales celebradas el pasado 16 de mayo, que tanta incertidumbre causó a la sociedad dominicana, y de esta al electorado y los candidatos y candidatas, como protagonistas principales del proceso, además de los partidos políticos, que tuvieron que esperar durante más de un mes la palabra final de la Junta Central Electoral.
Aunque todavía quedan algunos entuertos sustentados por gente que persiste en encontrarle al gato la quinta pata. Son de las cuestiones que hacen traumáticos nuestros procesos electorales, pero los constituyen en una verdadera escuela.
Yo, que participé como candidata a diputada de la circunscripción 2 del Distrito Nacional; candidata del MIU en la boleta del Partido de la Liberación Dominicana, puedo decirlo: Ese proceso electoral fue una verdadera enseñanza, como lo fue la campaña electoral.
¡Cuánto se aprende cuando se está entre buenos y malos, mejores y peores! Los primeros, buenos y mejores, de alguna forma se quedaron conmigo, con nuestro proyecto; los segundos, malos y peores, se consumieron en sí mismos, se aislaron y excluyeron; sus conductas les valió para evidenciar sus intenciones malsanas ocultas en un discurso, acciones y poses maquilladas e iluminados por la insensatez, la ambición y apetencia personal y grupal, basadas en la manipulación, la travesura y el soborno; capaz de matar lo institucional, pero, definitivamente, sin asombros.
Los primeros, ponderaron un proyecto político-electoral de una candidata con gran respaldo de la mayoría de las fuerzas del Bloque Progresista, incluyendo una parte importante del PLD; una candidatura con un contenido político, comunitario y social bien definido, integrador y participativo, con base en lo humano y lo institucional. Por eso, en sólo cuarenta días nuestra candidatura se consolidó con un gran apoyo político y social, colocándose en las preferencias del electorado no sólo de la demarcación correspondiente, sino del Distrito Nacional.
Esto también puedo decirlo como protagonista que fui en dicho proceso. Las estructuras de nuestra organización fueron fortalecidas durante el proceso, con la integración de personas individuales, de estructuras partidarias del Bloque Progresista (PLD, APD, FNP, reformistas del Consejo Presidencial, y otras), así como estructuras sociales (religiosos, maestros, juntas de vecinos, clubes, mujeres, deportistas, etc.); necesarias en este tipo de coyunturas para poder desarrollar un trabajo electoral como el que hicimos, que además era nuestra primera experiencia práctica en esta materia.
Esos compañeros y compañeras que se sumaron a nosotros ayudaron a construir una gran experiencia, zapata de un proyecto político -no personal ni grupal- que desde ya nos está permitiendo contribuir al cambio que está demandando nuestro sistema de partidos, para convertirlo en un sistema fuerte, ético-transparente, donde no quepan el clientelismo ni el populismo. Y donde la zafra electoral no aniquile la buena conducta y disciplina de militantes y dirigentes de partidos forjados al fragor de una ética basada en principios ideológicos. El PLD es uno de esos partidos forjados al fragor de la ética boschista, por eso, sentimos orgullo de haber participado en este proceso electoral como candidata de la victoriosa boleta morada. Orgullosa también del carisma de un hombre, gran ser humano, político y estadista, que se empeña con esmero y dedicación a cuidar, celosamente, de esa ética, el doctor Leonel Fernández Reyna. Pero sentimos lástima de algunos miembros de este partido que antes y durante este proceso electoral, denegaron con sus conductas de esa ética boschista. Conductas que, estamos seguros, sensuran militantes y dirigentes peledeístas que se esfuerzan, como Leonel, por mantener en alto esa ética. Con esos compañeros y compañeras coordinadores, activistas y colaboradores directos e indirectos, evaluamos nuestro trabajo de cuarenta días de participación y campaña electoral, durante dos encuentros-cenas, el 31 de mayo y 2 de junio, respectivamente, donde también reconocimos y agradecimos su apoyo. El consenso de la evaluación fue:Buen trabajo en poco tiempo, una campaña electoral de contenido político y social, discurso de compromiso institucional, candidatura fresca, amigable y bien acogida, propaganda con calidad y bien colocada, sin contaminación visual. Y, una candidatura ganada, conforme a resultados palpados por varios de ellos en los recintos donde trabajaron y emanados de centros de cómputos confiables. Con los malos y peores, ¿qué pasó? Lo trataremos en una próxima entrega.