POR ODALIS MEJIA
La Cueva de las Maravillas necesita una evaluación técnica y que sea controlado el ritmo de visitas para evitar que ese patrimonio cultural llegue a su destrucción total, afirmó ayer el antropólogo Fernando Luna Calderón, director del Museo de Historia Natural.
Expresó que la adecuación que se realizó allí no respondió a criterios científicos y fueron destruidos valiosos estratos arqueológicos.
Calificó de festinada y poco idónea la intervención de ingeniería para convertir la caverna en un centro de exhibición.
«No se trabajó con ningún criterio técnico; desde el punto de vista de arqueología, el trabajo se hizo como si tuviera hecho por obreros. Sacar un material sin que los técnicos especializado sean los que realicen el trabajo, eso carece de valor», expresó Luna.
Informó que en algunas cuevas de Francia y España (Laxcao y Altamira) que fueron adaptadas para la visita del público, se ha prohibido el uso de cámaras, así como la entrada de personas durante cierto período, para salvaguardar el tesoro natural que en ellas reposa.
Dijo que el trabajo de «adecuación» de la Cueva de las Maravillas tiende más hacia lo económico que lo científico y desde el punto de vista antropológico y biológico se hizo una verdadera destrucción, porque las especies de murciélagos han sufrido bastante en esa cueva.
Denunció que este tipo de trabajo festinado se quiso repetir en la Cueva del Pomier, San Cristóbal..
Señaló que el Museo de Historia Natural nunca fue llamado a participar y no tuvo acceso al proceso de intervención en esas cavernas.
Negó las afirmaciones de espeleólogo Domingo Abreu Collado, quien trabajó en ambas cuevas, de que el trabajo se realizó en las mejores condiciones porque allí se destruyeron los estratos arqueológicos y la informaciones científicas están por el suelo.
«Pienso que el criterio para la rehabilitación de la cueva no ha sido el más idóneo, pese a que los administradores de la cueva digan que allí participaron grandes especialistas», indicó.
«No he tenido ni voz ni voto»
El doctor Luna Calderón es antropólogo físico, paleontólogo y especialista en enfermedades prehistóricas. Pese a su probada experiencia fue relegado desde que se iniciaron los trabajos en la Cueva de las Maravillas, en el año 2002.
«Durante todo el proceso de construcción en la cueva yo no tuve acceso porque el doctor Moya Pons tenía prohibido a una serie de técnicos penetrar a la cueva, donde la única persona que tenía acceso era Domingo Abréu. Solicité en varias ocasiones mi presencia para realizar excavaciones arqueológicas y rescatar un material óseo de un valor inestimable que había en la cueva, nunca pude realizar mi trabajo», narra con lamento.
Dijo que una vez se presentó Domingo Abreu al Museo de Historia Natural con una cantidad de restos óseos totalmente destruidos. «El material constituía para la ciencia algo de un valor inmenso, sin embargo no tenía contexto y estaban totalmente desarticulado».
Informó que el material permaneció en el museo bajo estudio, pero que no se pudo sacar el máximo de información.
Afirmó que siempre criticó la forma brutal en que esto se estaba llevando a cabo. Debido a sus criticas, señala, Moya Pons le pidió que le entregara «sus huesos y vino Domingo a quitarme el materia, y yo me negué y me dirigí a la Secretaría, donde Moya Pons me acusó de ser su enemigo, yo le dije que sólo estaba en contra de la forma en que se llevaron a cabo estas investigaciones».
«Pero eso no tuvo ninguna repercusión porque a Frank lo cubría una sombrilla más grande que el Astrodome de Houston», afirma el doctor Luna, agregando que no tuvo ni voz ni voto en todo este proceso.
Resaltó el valor histórico y científico que tiene la Cueva de las Maravillas, que es la única donde un equipo integrado por Marcio Veloz Maggiolo, Renato Riomli y él encontraron restos de un mono gigante, llamado Saimiri, ademas de restos desdentados, mediante una excavación sistemática hecha en los años 70s y 80s.