No hay una cosa que haga mas daño a la libertad que el miedo. Los pueblos que viven asustados por algo que les preocupa, como la delincuencia ó el terrorismo no pueden construir una genuina democracia, por tanto, sus actividades posibles de realizar no le satisfacen.

Cuando el pueblo se siente oprimido y sin rumbo definido se convierte en una sociedad indiferente, esclavo de sus necesidades básicas de supervivencia y entonces es temeroso y la dictadura le luce una solución a todos sus problemas. Por eso, el dominicano de ahora dice con frecuencia que es necesario el regreso de un Trujillo, porque piensa en cierta seguridad, que le conforma y le sugiere una existencia crepuscular, por el miedo disfrazado de prudencia o talvez sea el pavor colectivo elogiado con sabidurías.

Me indigna esta democracia de farándula que estamos  viviendo, esa incapacidad de nuestros compatriotas para decir lo que verdaderamente piensan, tarea fundamental que exige pensar lo que debe decirse firmemente.

No soporto ya más esa indiferencia vegetal que nuestro pueblo tiene para vivir su propia historia, esa incapacidad para extender al presente las glorias del pasado y abrir un nuevo camino al porvenir.

Me lastima volver a escuchar las alabanzas de hace más de cincuenta años en viejos políticos encargados de la adulonería que han traspasado a sus hijos y nietos en busca del dinero fácil y corrupto.

Que me moleste la indiferencia ética y política que nos arropa no supone que acepte o sea incapaz de darme cuenta de lo que está pasando, lo peor, en realidad, es que los dominicanos en cierta proporción no confían en sí mismo. Ni siquiera  en la degradación, el escándalo y la falta de moral son capaces de sacar la cabeza.

Es que no recuerdan que un país muerto de miedo termina  en una dictadura.

¿Pero miedo a quienes nos gobiernan llenos de lujos é indiferentes a los mas necesitados? Mucho cuidado que ocurra otro Abril de 1965. Salvemos el país de la Reelección y del PLD.