Dice Peter Drucker que las organizaciones más complejas de la economía son las instituciones de salud, por la gran cantidad, variedad y complejidad de las tecnologías y de los procesos humanos y laborales (…). No obstante, lo menos desarrollado en la economía es precisamente todo lo relacionado con la gestión de los procesos de trabajo del personal de área de la salud.
Siempre se habla de que el capital más importante para el desarrollo de un país es su capital humano; de aquí la importancia de invertir en educación y salud para que los ciudadanos puedan desarrollar sus potencialidades, y sean entes útiles y productivos para su sociedad.
Desde luego, esto es mucho más importante en lo que respecta al recurso humano que trabaja en el sector salud, pues se necesita una aptitud personal de sensibilidad social y vocación de servicio, desarrollar, mediante adecuada formación profesional, competencias reales en el desempeño de las funciones en su área específica de trabajo, porque la calidad de la atención es fundamental para el éxito en el cumplimiento de objetivos y alcance de metas en pos de que la ciudadanía pueda conservar la salud mediante acciones de promoción de la salud y prevención de enfermedades, así como también recuperarla cuando la haya perdido por la intervención de servicios de atención individual accesibles y de calidad.
Un sistema de salud eficiente sería aquel que cuente con el financiamiento necesario, y pueda desarrollar una estructura organizativa y funcional, con articulación eficiente de todos los recursos disponibles para alcanzar el objetivo común de tener una población sana.
Aquí cabe destacar la importancia del recurso humano competente, comprometido, responsable, con clara conciencia de la trascendencia para la sociedad de su trabajo, pero además adecuadamente remunerado y con incentivos por resultados, con rigurosa evaluación del desempeño, etc.
Pero para esto se necesita una clara Política de Recursos Humanos en Salud, lo cual debe tener como base de sustento una ley de Carrera Sanitaria real y que se aplique en la práctica, y se fortalezca institucionalmente a través del tiempo.
Los que hemos estado en funciones gerenciales en el sistema de salud conocemos lo imprescindible que es contar con el recurso humano antes descrito, que permita acometer los grandes retos y desafíos que presenta el deficiente sistema de salud dominicano; pero también, las dificultades de encontrar para el ámbito gerencial y técnico el personal idóneo, en los cuales se invierte dinero y sobre todo tiempo en su formación.
Sin este personal no es posible avanzar.
Este gobierno, como todos los que llegan, ha prometido resolver los problemas del sector salud; es más, ahora es su principal prioridad como consecuencia de la pandemia y sus efectos en la economía y en lo social. Pero sus posibilidades de ser exitosos se alejan porque tratan con desprecio y desconocimiento a los gerentes y técnicos mejor preparados del país.
Es verdad que nadie es imprescindible en la vida y que “los cementerio están llenos de imprescindibles y el mundo sigue”, pero hay gente necesaria en los procesos, incluyendo que son los que pueden entrenar a los nuevos.
No entienden esto, los despiden, muchas veces sin acción de personal, les dicen de boca “ya no venga que fue sustituido”, lo que además es una falta de respeto y consideración a esos profesionales, que por demás tienen décadas laborando en esas instituciones, y que si no hemos alcanzado los propósitos planteados no es por culpa de esos gerentes y técnicos es por falta de la tan mencionada “voluntad política” de los que nos han gobernado, porque aquí está todo escrito sobre los problemas y sus soluciones, es dejar las teorías y ejecutar lo planteado.
Yo apoyé el cambio porque estaba convencido de que andábamos mal en lo institucional y en la lucha contra la corrupción y la impunidad, pero por lo menos en el sector salud lo que estoy viendo hasta ahora es más de lo mismo.
Presidente, si no preservan la memoria histórica de las instituciones y los técnicos calificados sin importar militancia política está condenado al fracaso. Es tiempo para reflexionar y enderezar, recuerde aquello de “árbol que nace torcido…”