¡Cuidado con eso!

¡Cuidado con eso!

Hace poco más de cinco años publiqué, en este mismo diario, un artículo admonitorio acerca de la necesidad que tenían nuestros funcionarios, y la población en particular, de ser cautelosos con el tipo de gente que debíamos acoger en nuestro terruño.

Expresé en la ocasión que llevar a República Dominicana a los niveles actuales de desarrollo turístico había costado grandes esfuerzos y desvelos a don Ángel Miolán, que hoy Dios tenga en su santa gloria, quien desde la entonces Dirección de Turismo, se entregó en cuerpo y alma para que el país fomentara lo que entonces se calificó como “la industria sin chimeneas”..

Como muy poca gente hoy recuerda a ese quijotesco emprendedor ciudadano, quizás memoricen aquella pregunta irónica que se formulaba la gente llana del pueblo: ¿y los turistas dónde están? que se respondía con otra frase “en la cabeza de Miolán”.

La referencia viene a cuento a propósito de la reciente disposición oficial que permitirá a los ciudadanos de Colombia ingresar al país sin visado alguno. Aunque, vale acotar que también los nacionales de esta nación podrán hacer la propio a territorio colombiano.

Mostrar oposición a que el turismo nacional se desarrolle sería un contrasentido, cuando antes me he expresado en términos elogiosos por los esfuerzos que se realizan desde diferentes estamentos para impulsar un turismo que reportara beneficios económicos.

Pero hay que tener mucho cuidado con la gente que ingresa a nuestro territorio por puertos y aeropuertos, sin control alguno. Los archivos de mi oficina están llenos de ejemplos de individuos con récords funestos en sus territorios de origen, que han delinquido de nuevo en el país, o han utilizado República Dominicana como refugio, para evadir la justicia.

El incidente en que sin buscarlo me encontré el pasado día 11 en un estacionamiento capitaleño, con dos antisociales venezolanos, me obligan a repetir lo que escribí en este matutino hace años.

Tengo la percepción de que estamos siendo bastante permisivos con personas que pueden, a la larga, dañar la marca país.

Sería una verdadera lástima que, por unos reducidos indeseables foráneos, el país vea perder terreno en una industria que ya es bastante adulta y próspera.

¡Cuidado con el tipo de gente que estamos recibiendo!

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