Cuidado con los radicalismos

Cuidado con los radicalismos

ANTONIO PEÑA MIRABAL
La inteligencia política invita a evitar los radicalismos que impidan en el futuro endosar candidaturas que antes fueron adversadas. El objetivo de todo partido en el gobierno es hacer una encomiable gestión que despierte interés en la población y permita la continuidad del mismo al frente de la cosa pública. No actuarían con inteligencia quienes por radicalizarse en sus posiciones, auspicien situaciones que luego impidan abrazar la candidatura que la organización haya escogido en buena lid para ofertarla al electorado. Los momentos que vive el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, por la definición de su candidatura presidencial con miras a los comicios del próximo año, no pueden llevar a esa organización a cometer los mismos errores de otros en el pasado reciente y no tan reciente.

El radicalismo desarrollado por el agrónomo Hipólito Mejía, en su afán de permanecer en el poder, lo llevó, primero a obligar a que sus contendientes internos se tuvieran que retirar de la competencia, escogiendo a un médico de Santiago como “oponente”, al que se impuso sin dificultades en la “convención” que montó esa facción del PRD. Después de ese acontecimiento, la historia es conocida por todos, no hubo formas de lograr la integración de esa dirigencia que fue obligada a no competir con el “guapo de Gurabo”, y fueron bochornosos los actos que la irracionalidad reeleccionistas, desde el poder, le impuso al PRD y al pueblo dominicano. Sólo el PPH no percibía que Hipólito iba a ser derrotado, porque el radicalismo desarrollado en torno a la preservación de los intereses particulares que él garantizaba, impedía que la realidad fuera vista con claridad. En esa ocasión el radicalismo imperativo ejercido por el PPH sacó al PRD del poder, lo que indica que no hubo una actitud inteligente de quienes lo propiciaron e impusieron.

En las elecciones presidenciales de 1996, todos recordamos la actitud radical y egoísta del fenecido presidente Joaquín Balaguer, de no apoyar al candidato de su partido. No se integró a la campaña electoral, no hubo una sola declaración de apoyo, es más ni siquiera votó en la primera vuelta. Esa actitud radical del doctor Balaguer impulsada por la convicción que tenía de que el único que podía ser candidato por su partido era él y sólo él, con lo que se llevó al PRSC a la tumba, impidió que su partido jugara un papel decoroso en aquel proceso, reduciendo al PRSC a lo que es hoy, una organización con un futuro incierto que no logra orquestar una candidatura exitosa, representativa de los mejores intereses del país. Esa actitud egoísta del presidente Balaguer, quien siempre creyó que estaba por encima del bien y el mal, sacó al PRSC del poder, pero sobre todo lo dejó maltrecho en términos de liderazgo, con lo que se convirtió en el principal propulsor de la desaparición de su propia organización.

Ejemplos como los señalados en los párrafos anteriores, son frecuentes en la historia política de nuestro país y el mundo, hombres que se radicalizaron e impidieron la alternabilidad en s

En el PLD, tanto Danilo como Leonel, deben cuidar no caer en la aberración del radicalismo, porque ambos son inteligentes y no preferirán ver al PLD fuera del poder, mucho menos dividido, y peor aún desaparecido del escenario político nacional. La ausencia en los últimos días de declaraciones estridentes de uno y otro, la aprobación sin dificultades de la Rectificación Fiscal en el Congreso Nacional, donde hay legisladores parciales de uno y otro, son demostraciones de que al parecer está primado la inteligencia de estos dos colosos del PLD. El pueblo dominicano no le perdonaría al PLD que enarbole la bandera de las rebatiñas internas, porque para eso existen otras organizaciones que históricamente viven en constantes dimes y diretes. Danilo y Leonel tienen la responsabilidad de que el PLD no perezca en sus manos, y para eso tienen que mantener un canal de comunicación y entendimiento que haga posible dirimir cualquier contradicción que pueda poner en peligro la obra de Juan Bosch.

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