Cuidado con otro Plan Renove

Cuidado con otro Plan Renove

La Ley No. 253-12 sobre el Fortalecimiento de la Capacidad Recaudatoria del Estado para la Sostenibilidad Fiscal y el Desarrollo Sostenible, establece en su artículo 20 un impuesto adicional de dos pesos dominicanos (RD$2.00) por galón al consumo de gasolina y gasoil, regular y premium, con el objetivo de promover el desarrollo vial y la renovación del parque vehicular de transporte público de pasajeros y de carga.
Del mismo modo se contempló que el veinticinco por ciento (25%) de estos ingresos deberá ser utilizado exclusivamente para el programa de renovación vehicular de transporte público de pasajeros y de carga, cuyo disenso deberá ser coordinado con los representantes del sector transporte. El setenta y cinco (75%) restante será utilizado para el desarrollo vial.
Hasta estos momentos habíamos estado inquiriendo sobre la existencia de estos fondos. Es así como nos encontramos con la petición de la Federación Nacional de Trabajadores del Transporte Social Cristiana (Fenattransc) reclamando que el Gobierno cumpla con la ley que establece el uso del impuesto de los dos (2) pesos por galón de combustible, dejando clara su intención de que con esos recursos pagados por los contribuyentes se les compren nuevos vehículos al sector privado que participa en el transporte público.
En palabras más sencillas, empresarios del transporte están solicitando al gobierno la reedición del cuestionado Plan Renove, en el cual el Estado resultó profundamente dañado.
Entre conversación y conversación, surgió el dato correspondiente al monto existente en las arcas públicas por este concepto, a decir, mil quinientos millones de pesos (RD$1,500,000,000), cuya utilización más eficiente sería invertirlos en proyectos propiedad del Estado en el sector transporte, tales como la Oficina Metropolitana de Transporte OMSA, ampliación de las líneas del Metro d Santo Domingo, el teleférico, acuabuses o cualquier otra iniciativa pública, que amparada en la legislación local pueda desarrollarse, pero nunca caer en el error de reproducir planes que siempre se prestarán para corrupción.

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