¡Cuidado!  Niños reforestando

¡Cuidado!  Niños reforestando

Los que transitaban el sábado 21, de mañana, por la nueva carretera Santo Domingo-Samaná, dentro de los linderos del Parque Nacional Los Haitises, tuvieron que reducir su marcha a la altura del Km 38. A la izquierda, un señor, a través de un megáfono (después nos enteramos que era el Ing. Bernabé Mañón, subsecretario Forestal), que impartía instrucciones a más o menos 100 niños, con camisetas verdes, amarillas y rojas. Los pequeños se movían con rapidez y no menos entusiasmo, a lo largo de la franja entre la carretera y las fincas aledañas, sembrando arbolitos, algunos kilómetros antes de  Monte Plata.

Los 35 niños, de entre 6 y 13 años, cantores de la Coral Infantil Campanitas, “reburujaos” con otros tantos de la Villa Bendición, institución educativa para niños huérfanos o hijos de madres solteras, bajo la guarda tutelar y dirección  de la pastora Lucy Cosme, y un tercer grupo con polo shirt rojos, de una escuela del área, se empeñaban en demostrar que podían reforestar, y de paso hacerlo bien.

Es de uso común el dicho: “Los niños son el futuro”. Pero al ver con admiración, y emocionados, cómo estos muchachitos hacían este trabajo voluntario, llenos de motivación y entusiasmo, habría que decir que ellos también son parte activa del presente.

Luego de terminar su jornada reforestadora, los niños abordaron, sus respectivos  autobuses, entre risas y testimonios.

La caravana enfiló hacia un lugar poco conocido, aun  por los propios lugareños: el salto de Socoa, increíblemente bella cascada en lo profundo de una garganta por donde corre el río del mismo nombre. Aquí se efectuaba un acto con motivo del Día Forestal, encabezado por el Secretario de Medio Ambiente, Jaime David Fernández.

De ahí salimos convencidos, no solo de la buena intención del organismo estatal, sino de la voluntad que estos señores parecen reflejar a través del trabajo.

No obstante que ir a este maravilloso salto de Socoa significa bajar cientos de metros para luego enfrentar el ascenso agotador, vale la pena el esfuerzo para esta aventura inolvidable. Los niños, luego de entonar algunos cantos alusivos a la actividad. Los más viejitos, sin embargo, tuvimos que encomendarnos a todas las huestes celestiales, para solo quedar con algunos dolores musculares.

El salto de Socoa hay que disfrutarlo. De igual modo apoyar lo que está haciendo Medio Ambiente con la foresta nacional y los demás recursos naturales.

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