Es importante revisar los pies a diario: buscar rozaduras, hinchazón, cortes, llagas, ampollas, sequedad, callos o durezas. Estar alerta ante la presencia de “juanetes” u otras deformidades de los pies que ocurrieron antes de la diabetes y que pueden predisponer a presiones excesivas. Puedes pedirle a otra persona ayuda para revisarlos y a verificar la temperatura de la piel: si esta fría o caliente, si se ha tornado con manchas color café alrededor del tobillo. El enrojecimiento acompañado del aumento de temperatura puede estar relacionado con una inflamación de la zona o una infección.
Debemos lavar los pies todos los días, no más de diez minutos, con agua a temperatura ambiente, y secar muy bien los pies, especialmente dentro de los dedos.
Hay que evitar cortar las uñas de forma redondeada, y tener en cuenta que cortarlas demasiado o cortar las esquinas puede provocar que crezcan hacia la piel (uñas encarnadas).
Usar un calzado adecuado, que no apriete demasiado, sin costuras internas y no fabricados con tejidos sintéticos, realizado en piel o tela fresca, cómodo, acolchado y que no oprima los dedos.
Las medias deben ser frescas, en algodón, sin elásticos y se deben cambiar todos los días.

Pie diabético

Es un grave problema. Las úlceras son la primera causa de hospitalización y la amputación es su principal complicación.
Cuidar las úlceras evita la amputación, cuidar la piel evita las úlceras. Si no hay úlceras, nunca habrá una amputación.
Examínate los pies, cuídalos como si fueran de porcelana, porque andarás con ellos durante toda tu vida.