En toda entidad política que maneje las cosas del Estado (entiéndase los partidos), suelen haber personas ocupando posiciones de primer, segundo y hasta de tercer grado, llamados funcionarios, sean estos electos por el voto popular y/o señalado por el dedo mágico de los decretos o las designaciones.
Nuestra cultura política y desde tiempos inmemoriales está preñada de personas que en la oposición son una cosa y en las posiciones o en el gobierno son otra, lo que nos hace bien recordar la muy socorrida novela de Franz Kafka, “La Metamorfosis”.
Sin embargo, el presente artículo, más que una rutinaria reflexión, es más que todo un llamado a la atención o un grito de alerta que al igual que como lo hicimos en el 2017 a través de este prestigioso medio cuando analizábamos la situación de prepotencia que exhibían muchos dirigentes o funcionarios del entonces todopoderosos Partido de la Liberación Dominicana (PLD), bajo el título “El PLD ante la historia”, también lo hacemos ahora.
Muchos de los que ocupan privilegiadas posiciones en el Estado, sean electos o no, están como perdiendo el rumbo con su accionar, y lejos de cuidar la imagen del presidente Luis Abinader, están tirando por la borda un cuidado que debe ser sacrosanto si de verdad quieren permanecer en el poder más allá del 2024.
Algunos hasta reniegan con sus pobres acciones frente a sus compañeritos la humildad y ese espíritu de servicio que manifiesta el mandatario, algo que le podría salir muy costoso al partido de gobierno y de paso, y si no cambian algunas de sus “estrategias”, pasar el mismo camino que hoy pasan los pasados inquilinos de la mansión de la Delgado con México.
No solo están en el deber de cuidar la imagen del primer hombre del Estado quienes con sus armas de reglamentos están presto para defenderlo ante cualquier intento de agresión física, no, no nos referimos a ese tipo de cuidado, sino al cuidado de su figura política.
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El mal sabor que se percibe en el ambiente ante algunos que otros casos en donde el fantasma de la corrupción ha estado asomando sus narices, es algo que debe mover a preocupación a quienes manejan la figura presidencial.
Los tantos dimes y diretes que por los diversos medios de comunicación han estado protagonizando figuras estelares del funcionariado perremeísta, así como las intestinas luchas por candidaturas a nivel nacional, es algo que debe también llamar a preocupación al presidente, el cual más que disidencia lo que este necesita es la unidad interna para poder lograr la tan anhelada hazaña del 50 más 1 y así continuar en el poder más allá del 2024.
Soy de los que piensa, que el presidente debe convocar cuanto antes a una especie de cumbre cerrada a la dirigencia de su partido, primero la nacional y luego la regional, en donde como buen capitán este debe trazar las líneas a seguir de cara a la unidad, claro está, respetando los convenios y/o acuerdos con aquellos que han migrado hacia su partido, y también respetando por otro lado, tanto la última resolución de la Junta Central Electoral (JCE), como la misma Ley de Partido (33-18), para de esta manera también darle la oportunidad a las bases de que se exprese y escojan a quienes se entiendan deben ser los candidatos de cara al 24.
En un segundo plano, también le recomendaría al mandatario, la convocatoria a un Consejo de Gobierno, en donde sí se puede, invitara como observadores a los principales directores de medios de comunicación.
Allí, el principal llamado a los funcionarios, sería el de atender a las bases de su partido, pues, muchos de estos, se creen “dioses poderosos” que ni siquiera las llamadas les cogen a los funcionarios de menor categoría, entiéndase por ejemplo las gobernadoras, quienes para ver a unos de los muchos ministros que se creen infalibles, tienen que valerse de amistades particulares, no por los canales ordinarios, para así ver si logran “sacarse la lotería” y la puerta de ese ministro se les abren para poder resolver algunos de los más acuciantes problemas en sus comunidades.
Sabemos, que algunos de los funcionarios que leen este artículo, a lo mejor tildarían nuestros razonamientos de ilógicos, abusivo, tremendista, inconsecuente, fuera de contexto, o una gran m…. sin embargo, como ente pensante que observa y analiza la política, veo el deseo del presidente de continuar trabajando a favor de los mejores intereses de la patria.
Muchos de los que rodean al presidente Abinader, le están haciendo un muy flaco papel a su gobierno. Si no se toman las medidas pertinentes las consecuencias podrían ser letales y el PRM podría tener un despertar muy amargo, sobre todo, para aquellos funcionarios que no han sabido ser humilde y se han emborrachado de la mágica palabra del poder.