Millones de dominicanos se las arreglan cada día para asistir a sucursales de bancos, comercios, lugares de trabajo y medios de transporte, incluyendo los colectivos, y los más prudentes y consecuentes con la comunidad llevan mascarillas y guardan distancia en protección de la covid-19. Desplazarse les resulta imprescindible hasta para subsistir, como imprescindible viene a ser el dar permanencia a la democracia y a sus instituciones a través del voto que legitima los poderes. No parecería que se corra más riesgo en la movilización ciudadana ordinaria que en concurrir a urnas el 5 de julio bajo la suma de precauciones y protocolos bien concebidos y de obligado cumplimiento.
En cambio quedarse en abstención sin salir de casa en el horario de sufragios, como alguna minoría mal intencionada preferiría y tiende a fomentar con temores exagerados, generaría incertidumbre sobre el orden democrático. Expondría la nación a caer en mandatos de precaria aprobación y representatividad, cuando no en un limbo o vacío de autoridad. Una crisis política no se haría esperar con posibles prolongaciones de ejercicios y más posposiciones inciertas. La sociedad está obligada a lidiar con más de un virus: el microbiano que va al cuerpo humano y el que provendría de quienes más de una vez en la historia reciente han sacado la cabeza para propiciar indefiniciones contrarias a la auténtica expresión de la voluntad popular.
Espacio para muchas dudas
El papel aguanta todo y las rendiciones de cuentas a organismos nunca llegan a pasar por la criba que separe de la realidad aquello que solo es apariencia. No por debilidades de ética y destreza de fiscalizadores. De lo que no se dispone es de herramientas y métodos exhaustivos para desentrañar simulaciones que aquí llevan fácilmente a confundir algún fluido espeso con vaselina.
Cualquier proveedor de altos quilates, incluyendo el Poder, podría etiquetar bajo “gastos diversos” grandes trozos de fortuna o rotular erogaciones bajo concepto de aportes a un tal “José Pérez” de vaya usted a saber; y bíblicamente “todos “pere-cerán”. No existe todavía el microscopio nuclear que establezca fiablemente desde dónde salen muchos cuartos y a dónde van a parar, sobre todo en zafras electorales cuando todos los gatos son negros.