Cuidémonos de la crisis de deuda

Cuidémonos de la crisis de deuda

A la gestión pública se ha sumado un nuevo y peligroso reto, el manejo de la deuda acumulada, que es enorme para el tamaño de la economía, el resultado de déficits acumulados del gobierno y de préstamos improductivos. Para pagarla, es necesario dedicar el 40% de los ingresos fiscales y el 77% de las divisas por exportaciones totales, ambos para el 2011, dinero que se irá al exterior, que no estará disponible para asignar el 4% a educación y para obras públicas.

Como ahora dice el Presidente Fernández, en Argentina el Presidente Menen afirmaba que no había problema con la deuda, pero en enero del 2002, poco tiempo después de dejar el poder, se suspende el pago, reconociéndose tres años más tarde solo la tercera parte al 76% de los acreedores, un movimiento que a Argentina le reportó dividendos. Fue lo que hicimos un siglo antes, pero con un final muy diferente, porque Theodoro Roosevelt nos aplicó su política del “Gran Garrote” en 1904, cuando la economía no pudo con el balance de US$34 millones que había dejado Lilís, representando 300% del PIB, enorme el incremento comparado con los US$2.4 millones que se debían en l873.

Cuando el Presidente Fernández tomó el poder en agosto del 2004, la deuda pública ascendía a US$9,400 millones, al final del 2010 ronda los US$22 mil millones. La duplicación tiene varias lecturas, la más preocupante es que solo se ha interesado por los desembolsos, que se dejó llevar por los incentivos de la deuda, que beneficia a los que están en el poder y a los acreedores, mientras los perdedores son los contribuyentes, que con nuevos impuestos pagan los errores.

Si la deuda no se paga se pierde la soberanía, sucedió con el protectorado que se inicia en 1905 y que dura hasta 1941, pasando por la ocupación militar de ocho años (1916 a 1924). La crisis de la deuda, que duró 36 años, los Estados Unidos la formalizan con la Convención del 3 de mayo de 1907, reconociendo acreedores que no eran tales y préstamos odiosos por haber sido usados en provecho propio por dictadores, nombrando el Receptor General de Aduanas para administrar los ingresos.

Ahora es lo mismo, la soberanía se perdió cuando el gobierno acudió al FMI a buscar dinero prestado, para cubrir déficits y pagar a los generadores de electricidad, sin detenerse a evaluar los tres grandes riesgos que nos acechan: a) que el tiempo diga que fue mentira lo del crecimiento; b) que aumenten los intereses, y c) que se devalúe el peso repentinamente. Veamos un ejemplo con relación a lo último. Si por cualquier coyuntura interna o externa el peso se desprecia 50%, en pesos se duplicaría la deuda pública de US$22 mil millones y el coeficiente deuda/PIB de 43% aumentaría a 86%. Sucedió en el 2003, lo causó la bomba de tiempo del endeudamiento acumulado en dólares de la banca y de las empresas, dejado por el  gobierno 1996-2000. Ahora están haciendo lo mismo, pero con la deuda pública.

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