Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal. Eclesiastés 5: 1
La casa de Dios es el lugar donde mora Su presencia. Muchos no conocen esto y la irrespetan con sus actuaciones y actitudes, porque no saben que es sagrada, pero todo lo que hacemos en este lugar debe ser para honrarlo.
Debemos respetar hasta con el pensamiento, porque de esta manera Lo honramos. Su casa es el lugar donde Él se manifiesta, nos habla, exhorta, sana, libera, corrige, disciplina y todo cuanto Él quiera hacer. También es donde nosotros venimos a adorarle, alabarle, glorificarle, gemirle, clamarle y a entregarnos en cuerpo, alma y espíritu, para que Él vea nuestro corazón y la necesidad espiritual de ser cambiados y transformados.
Comportarnos como necios demuestra lo que es Dios para nosotros. No podemos seguir fingiendo que estamos en comunión con Él, siendo mentira. Él no quiere una alabanza de labios sino de corazón. Cuidemos nuestros pasos y démosle verdadero sacrificio, porque Dios no puede ser burlado.