Culpa a ricos por muerte de miles de niños

Culpa a ricos por muerte de miles de niños

LONDRES (EFE).- El continuado incumplimiento por los países ricos de sus compromisos de ayuda al desarrollo condena a la muerte prematura a millones de niños en el mundo e impedirá erradicar de aquí al año 2015 el hambre y la pobreza extremas, dos de los Objetivos del Milenio de la ONU.

   Esa es la denuncia que hace la organización humanitaria británica Oxfam en un informe según el cual mientras los países pobres tienen que devolver 100 millones de dólares al día como pago de su deuda, los ricos han reducido sus asignaciones para ayuda al desarrollo a la mitad de los niveles que ésas alcanzaban en 1960.

   De no tomarse medidas urgentes, advierte Oxfam, 45 millones más de niños morirán en el año 2015, 97 millones más no estarán escolarizados y 247 millones más de personas del Africa subsahariana se verán obligadas a vivir con menos de un dólar al día.

   «El mundo nunca ha tenido tanta riqueza, pero los países ricos dan cada vez menos. En todo el globo, millones de personas ven negado el derecho a las necesidades básicas como el agua potable, la comida, las atenciones sanitarias o la educación», critica Jeremy Hobbs, director ejecutivo de Oxfam.    Millones de personas mueren de hambre y sida y otras enfermedades mientras los líderes del mundo rico retrasan medidas que podrían remediarlo al menos en parte, como la condonación de la deuda y la ayuda al desarrollo.

   Con motivo de la publicación del informe, Oxfam hizo hoy un llamamiento a los jefes de Estado o de Gobierno de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, que forman junto a Rusia el llamado G8, para que den un paso histórico.

   Este consistiría en cancelar en su totalidad la deuda de los países pobres, tanto la bilateral como la contraída con el Banco Mundial o el Banco de Desarrollo Africano, aumentar simultáneamente su ayuda al desarrollo y tomar una serie de medidas para que el comercio mundial sea más justo que en la actualidad.

   El G8 y otros países donantes deberían proveer más ayuda y de mejor calidad y aportar además un mínimo de 50.000 millones de dólares en calidad de ayuda urgente.

   El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional deberían a su vez cancelar también el cien por ciento de la ayuda de los países más pobres cuando ello sea necesario para alcanzar los Objetivos del Milenio, además de restringir la condicionalidad de sus préstamos y donativos.

   Según denuncia Oxfam, pese a que en 1970, los países ricos se comprometieron a dedicar a ayuda al desarrollo un 0,7 por ciento de su Producto Interior Bruto, treinta y cuatro años después, ningún miembro del G8 ha cumplido lo prometido.

   Al ritmo actual, Canadá, Estados Unidos y Alemania no cumplirán los objetivos de la ONU hasta los años 2025, 2040 y 2087, respectivamente, denuncia Oxfam

   Los 120.000 millones de dólares adicionales que tendrían que aportar cada año los países ricos para alcanzar el porcentaje al que se comprometieron equivale sólo a una cuarta parte de lo que el mundo se gasta en publicidad y a un sexto de lo que dedica a defensa.

   Estados Unidos, el país más rico del mundo, pero también el más miserable desde el punto de vista de la ayuda al desarrollo, gasta sólo en la guerra de Irak el doble de lo que le costaría aumentar su ayuda al desarrollo de su actual 0,14 por ciento del PIB al 0,7 por ciento prometido.

   Además, sólo un 40 por ciento del dinero que se presenta oficialmente como ayuda al desarrollo llega en realidad a su destino y cuando lo hace, es con grave retraso, critica Oxfam.

   Así, por ejemplo, un 20 por ciento del dinero que dedica a ese capítulo la Unión Europea llega con un retraso mínimo de un año y un 92 por ciento de la ayuda que presta Italia se destina a la compra de bienes y servicios exclusivamente italianos, lo mismo que ocurre con un 70 por ciento de la ayuda de EEUU.

    De acuerdo con el estudio de Oxfam, si los líderes occidentales no ponen remedio al actual estado de cosas, para el año 2015 treinta y cuatro millones de personas más sufrirán hambre extrema, noventa y siete millones de niños no estarán escolarizados y 98 millones de subsaharianos carecerán de agua potable.

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