Culpan a Minaya por debacle de los Mets

Culpan a Minaya por debacle de los Mets

KEN ROSENTHAL
Fox Sports

Entonces ahora la culpa es de los jugadores. No del gerente general, no del dirigente. Toda la culpa va para los bien pagos pero poco productivos jugadores.

Comiencen con los Marineros de Seattle, cuyo gerente general, Bill Bavasi, recientemente criticó a sus jugadores por no hacerse responsables de sus acciones.

Buen punto, pero fue Bavasi que armó a los Marineros.

“Me siento responsable”, dijo el gerente.

Omar Minaya podría también aplicarse el mismo mea culpa por los fracasos de los Mets, y David Dombrowski por los Tigres.

Tres clubes talentosos. Tres fracasos de más de US$100 millones. Tres equipos que no tienen la cohesión necesaria, ni tampoco el fuego.

¿Cuándo entenderán los dueños y los gerentes? El talento da victorias, pero solo si encaja. Si el talento no liga, solo el dirigente más fuerte puede convertir una colección disfuncional de jugadores en una unidad que resuelva.

Jim Leyland es ese tipo de líder, y podría lograr que los Tigres ganen. Los Mets, por otro lado, tendrían justificación para despedir a Willie Randolph. Y los Marineros –quienes flotan alegremente dando votos de confianza con su temporada en ruinas – no tendrían que disculparse por reemplazar a John Aclaren.

Randolph y Aclaren podrían no ser los problemas, pero todavía no han demostrado que son la solución. Los problemas en los vestidores son muchos.

Hay algunos que hablan de química y ese tipo de argumento tiene mérito. Pero en este momento de la historia del juego –cuando la Major League Baseball atrae jugadores de todas partes del mundo – la química es más importante y elusiva de lo que muchos equipos entienden.

La globalización, una de las mejores cosas que le ha pasado al béisbol en mucho tiempo, presenta nuevos retos.

Los equipos, en gran parte, han sido diligentes en integrar jugadores extranjeros. Pero la realidad es que jugadores de diferentes países hablan diferentes idiomas y tienen diferentes normas culturales.

No todos ellos fueron criados como estadounidenses.

El problema se vuelve evidente cuando el zurdo de los Marineros Jarrod Washburn (estadounidense) habla de su dificultad para trabajar con Kenji Johjima, un receptor japonés.

Es aparente cuando jugadores norteamericanos –Paul Lo Duca la temporada pasada, Billy Wagner este año-acusan a sus compañeros latinoamericanos de evadir a la prensa.

Estos incidentes no solo se pueden atribuir a divisiones culturales –lanzadores y receptores de una misma etnia muchas veces tienen problemas para manejarse, y esconderse de los reporteros es una práctica universal entre los atletas profesionales.

Aun así, la camaraderie multinacional que los Mets parecieron lograr en el 2006 demostró ser una fachada a la primera señal de adversidad –el equipo perdió ante los Cardenales en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional de ese año.

Los Medias Rojas son un mejor ejemplo de unidad, pero no solo de forma cultural. Los Medias Rojas tienen una mezcla de jugadores jóvenes y viejos, talentosos y ordinarios, ricos y con hambre.

Las piezas, desde Manny Ramírez a Dustin Pedrosa, Daisuke Matsuzaka a Jonathan Papelbon, no podría ser más dispareja. Pero de alguna manera, bajo el liderazgo de Terry Francona, han fijado una meta común.

Si los Medias Rojas pueden hacerlo funcionar, todos pueden. Cierto, los Mets podrían estar mejor con un dirigente bilingüe – Mike Scioscia de los Angelinos, Lou Piniella, de los Cachorros y sí, Manny Acta de los Nacionales, un ex coach de los Mets, vienen a la mente.

Pero el problema no es que los Mets sean demasiado latinos, es que son muy viejos y propensos a lesiones.

Hay jugadores que dan fuerza. Yo acabé con los Astros por adquirir a Miguel Tejada el día antes de que apareciera en el reporte Mitchell y muchos también lo hicieron.

Pero Tejada es un jugador ganador que ha tenido un gran impacto en el equipo. Los Medias Blancas tuvieron la misma idea cuando obtuvieron a Orlando Cabrera y a Nick Swisher para inyectar pasión.

Los jugadores de los Mets, Marineros y Tigres tienen parte de al culpa y merecen las críticas que reciben.

Aun así, el trabajo de un gerente general es encontrar el balance adecuado de talento y de personas. Cuando esto no se da, hay poco que se pueda hacer.

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