CULTURA FINANCIERA. En la ruta hacia el bienestar, el ingreso es la mitad

CULTURA FINANCIERA. En la ruta hacia el bienestar, el ingreso es la mitad

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En sociedades monetizadas, es un hecho que el ingreso es una condición necesaria para el sostenimiento del bienestar. Sin embargo, también es un hecho que el acceso al ingreso no constituye una condición suficiente para garantizar este objetivo.

La inhabilidad para hacer esta distinción – que está, admitámoslo, generalizada – es una de las más poderosas causas generadoras de pobreza que existe.

En efecto, andamos por la vida como si ingreso y bienestar fueran sinónimos; como si bastara acceder al primero para que el segundo se materialice de forma espontánea y permanente.

Y no, no es así. De hecho, pocas cosas hay menos espontáneas que el bienestar; y pocas tareas requieren de más disciplina que sostenerlo, aun cuando dispongamos de ingresos – en apariencia suficientes – para ello.

Y hay más. El ingreso – no importa cuánto sea – debe siempre ser tratado como si fuera escaso – esto es, dirigiendo cada peso adonde debe ir, cuando debe ir – de forma que tenga oportunidad de convertirse en riqueza. De lo contrario, el bienestar siempre será vulnerable, y se verá seriamente amenazado por cualquier fluctuación del ingreso o del gasto.

Y – créanos, amigo lector – es seguro que en la vida estas fluctuaciones sucederán.

Comprender esto no es fácil, especialmente cuando contamos con ingresos cómodos, pues – ya se sabe – el ingreso tiene un efecto narcótico y amnésico.

La realidad es que, para sostener el bienestar, generar ingresos es la mitad del trabajo. Gestionarlos con sabiduría es la otra mitad

 

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