Para tomar las riendas de tu movimiento financiero, lo primero que toca hacer es observarlo. La razón para ello es sencilla: fue precisamente la ausencia de atención a la dinámica del flujo de caja y las decisiones de consumo e inversión tomadas sin sincronía con el mismo la que causó tu situación financiera actual.
Lo sensato es, por tanto, vencer el impulso de tomar medidas drásticas inmediatas y dedicar unas cuantas semanas a la observación del ritmo del flujo de caja, de forma que las acciones se ajusten a nuestra situación particular.
¿Qué debemos observar? Lo primero es determinar, a partir de un registro detallado, el costo básico recurrente de nuestra comunidad familiar. Este costo básico se compone de los gastos ordinarios en alimentación, transporte, salud, educación, higiene, ocio y cualquier otra partida que sea usual en el movimiento financiero comunitario.
La experiencia muestra que el conocimiento de este costo básico es, en sí mismo, un avance importante en el proceso de higienización financiera.
Típicamente, mientras no realizamos esta observación de la realidad, no sabemos cuánto costamos, ni estamos sensibilizados para diferenciar en nuestros egresos los costos básicos de otros compromisos financieros. Este conocimiento nos permitirá cuantificar la diferencia entre nuestros ingresos activos ordinarios y el costo básico. El tamaño de esta diferencia y cuánto de la misma tenemos ocupada con consumos que no son básicos, o con obligaciones financieras contraídas en el pasadodeterminará nuestros próximos pasos.
ZOOM
Cuotas préstamos
El cálculo del costo básico excluye los pagos por préstamos, sean hipotecarios o de otra índole. Aunque sean recurrentes, estos compromisos financieros asumidos corresponden a decisiones que probablemente se tomaron en un contexto no gestionado. Separar las cuotas de los préstamos del costo básico permite que nos planteemos escenarios de higienización.