Cultura política dominicana en  comienzo del  siglo XXI

Cultura política dominicana en  comienzo del  siglo XXI

DIÓGENES CÉSPEDES
El último informe del PNUD  (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) llegó, en una de sus principales conclusiones: la sociedad dominicana ha sido secuestrada por el sistema de partidos políticos, los cuales han instaurado, a través del clientelismo y el patrimonialismo, un “tigueraje” político que tiene paralizado el desarrollo del país en todos los órdenes.

El señalamiento es nuevo para quienes, desde la fundación de la república, viven en la creencia de que en 1844 surgió un Estado burgués con los atributos de Francia y los Estados Unidos y que Buenaventura Báez, al llegar al poder en 1849, no hizo más que darle el impulso final a aquella ilusión en la que ha vivido hasta hoy la pequeña burguesía comercial primero y luego, desde Lilís hasta Trujillo, con el sueño de ser un país capitalista industrial.

Lo nuevo es un escándalo para esta gente que acaba de votar masivamente por los partidos clientelistas y patrimonialistas que tienen secuestrada a la sociedad dominicana. Los dominicanos y dominicanas votaron casi en un cien por ciento por los partidos políticos y sus aliados, los cuales demostraron durante toda la campaña electoral que la única cultura política que conocen y enarbolan con orgullo es el clientelismo y el patrimonialismo.

En virtud del primero, propician la lealtad de los mendigos con la donación de funditas, dinero, aves de corral, cerdos y productos comestibles comprados con el dinero de los contribuyentes. A través del patrimonialismo, el gobernante distribuye los bienes públicos entre sus familiares, amigos y relacionados.

De todos los votos emitidos, el PLD y aliados sacaron 53.86 %;  el PRD y aliados sacaron 40.48 %; el Partido Reformista un 4.59 % y los pequeños partidos independientes alcanzaron entre todos el PRSD y aliados 0.47 %; el PRI 0.04 %; el MIUCA 0.44 % y el PAP 0.15%. Aquí ganan chiquitos y grandes, ganadores y perdedores, pues viven en un eterno contubernio electoral.

En esta cultura política del clientelismo y el patrimonialismo, el 27 % que se abstuvo de votar no cuenta para la Junta Central Electoral y juega, como minoría, el papel del significante escamoteado, escamoteable, vapuleado, inexistente, pese a que todos los que dejaron de ir a votar, son sujetos.

Así como el pueblo fue eliminado de la fundación de la república, aunque retóricamente invocado desde 1844 hasta hoy, de igual modo ese 27 % de abstencionistas no cuenta para nada. Esto es lógico y los partidos clientelistas y patrimonialismas nunca votarán por una reforma electoral que reconozca el voto de los sujetos que se abstienen porque no respaldarán nunca a partidos de ese jaez.

Este voto que abjura del clientelismo y el patrimonialismo es la conciencia de la sociedad dominicana. Es el voto de los principios, opuesto a la corrupción generalizada que impera en todos los órdenes, en contra del relativismo y la permisividad a que ha llegado esta cultura “light” en nuestro país.

Pero estoy de acuerdo que de ese 27 % de abstención, existe una proporción bastante elevada de sujetos que no fueron a votar por razones que nada tienen que ver con los principios ni con una lucha frontal en contra del clientelismo y el patrimonialismo.

Existen, a saber, los abstencionistas empedernidos, los que no fueron a votar porque el día estaba bello y azul y prefirieron irse de pasadía, los enfermos y ancianos que no podían caminar, los que se les olvidó ir a votar,  los desenfocados que no sabían dónde estaba su mesa de votación,  los borrachos, los que no quisieron viajar al interior lejano y los pesimistas que siempre dicen que no vale la pena votar por nadie porque todos los políticos son unos sinvergüenzas. Hay otras categorías de no votantes, pero  dejo el asunto ahí.

Ya los grandes estudiosos de la cultura política dominicana dieron con el fenómeno. Américo Lugo el primero, quien influyó con sus ideas a una veintena de pensadores dominicanos. Las palabras de Lugo, desde 1916, son más o menos estas: La falta de cultura política del pueblo dominicano le ha impedido crear una nación.

Esta ausencia de cultura política se traduce en ausencia de conciencia nacional, sin la cual no es posible crear la nación, por lo cual, el Estado surgido de esa doble ausencia, es una caricatura de los Estados verdaderos. El último de la camada fue Juan Bosch, quien sentenció que la pequeña burguesía dominicana, creadora de la república en 1844, no ha tenido ni conciencia política, ni conciencia nacional ni conciencia de clase.

El producto final de esta triple ausencia es el Estado clientelista y patrimonialista que nos gastamos. Y ante esta calamidad, el sueño de Bosch consistió en la ilusión hostosiana de que a través de la educación en los círculos de estudios  esa pequeña burguesía,  haría la revolución que se necesitaba.

En síntesis

Viene de viejo
Naturalmente, la pequeña burguesía del PLD ganó la partida y ha dejado a los más pobres en peor lugar. Como se ve, el secuestro de la sociedad dominicana por el “tigueraje” político viene de lejos; Báez, Guillermo, Lilis, Trujillo son sus emblemas. El PNUD no ha descubierto nada nuevo. Solo nos lo ha recordado.

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