Cultura  y mentalidad burguesa en la RD?

Cultura  y mentalidad burguesa en la RD?

La isla Española fue hasta 1795 (Tratado de Basilea) una extensión del impero Español en América y luego de la reacción conservadora de Juan Sánchez Ramírez, volvió al estatus colonial desde 1809 hasta diciembre de 1821 con la independencia efímera y desde febrero de 1822 hasta el 26 de febrero de 1844 formó parte de la república haitiana y desde el 27 de febrero de 1844, país independiente, con tres interregnos de pérdida de soberanía, la Anexión a España (1861-65) y las dos intervenciones militares norteamericanas.

Si fuimos colonia española en los lapsos indicados, con especial mención en el primer período, desde los Colones fuimos parte del proceso de acumulación originaria y, por lo tanto, herederos, al igual que la América colonial, de la burocracia política que partió en dos a Europa: el estamento de la nobleza, extremadamente rica, y los pobres, extremadamente pobres. No existía burguesía. El capitalismo mercantil se abría paso poco a poco, con extrema dificultad, pero su actividad, ligada casi siempre a la usura, estaba totalmente vilipendiada por la Corte y la Iglesia, institución que detentaba la función de legitimadora del poder temporal, la cultura, las costumbres, las ideologías y los valores. El comercio, las finanzas, el arte, las profesiones liberales y todo lo que tuviera que ver con trabajo manual, estaba reservado a los judíos, a los extranjeros y a gente considerada vil. De ese montón de escombros saldría un personaje con el cual no contaron ni la nobleza ni la Iglesia: el burgués, cuya primera irrupción se verifica en Francia el 14 de julio de 1789 con la divisa “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, hasta el día de hoy. Molière se burló de él en “El burgués gentilhombre”.

Las guerras entre las casas reales europeas, casi siempre unidas por lazos familiares, pautaban el vaivén de las colonias. La de Santo Domingo no fue una excepción, pues el impulso desaforado de los encomenderos por acumular riquezas, fue frenado de golpe cuando en virtud de la voracidad de los empresarios de la Casa de Contratación de Sevilla se prohibió a nuestra colonia exportar sus productos directamente a la metrópoli. Ahí mismo, año de 1577, se paralizó el impulso acelerado de la economía de la isla y entró rápidamente en un colapso que dura hasta hoy. La isla y colonia de Cuba fue la beneficiaria de este colapso y a partir de finales de aquel decenio hasta el siglo XX su economía fue floreciente, tanto como lo fue el Saint-Domingue vecino nuestro para los franceses hasta que Toussaint Louverture y Dessalines se pararon en dos patas.

Nuestra isla, ya para 1697 dividida entre españoles y franceses, experimentó una ligera bonanza económica a finales del siglo XVIII, gracias al corso y hubo personas individuales dedicadas a esta actividad que se enriquecieron grandemente (Bosch, “Composición…”, O.c., VI, 100). Pero la cesión de la isla a Francia en 1795 apagó aquella bonanza. La independencia de 1844 nos encuentra tan huérfanos de riquezas que, con excepción del empedrado de tres calles coloniales, si duraba todavía, las demás vías del Santo Domingo de la época eran de tierra, sin acercas, sin alcantarillado y la mayoría de las casas eran de tablas de palma y yagua.

Al final del gobierno autoritario de Ulises Heureaux (1874-99) es cuando, a resultas de una ligera acumulación criolla (Juan Vicini el Viejo) y la llegada de capitales cubanos que huían de la guerra, se inician, según todos los autores de viso (Juan Bosch, José del Castillo, R. Brea, R. Cassá, W. Lozano, Moya-Pons, Jaime Domínguez) las actividades propiamente capitalistas en el país. La intervención militar norteamericana (1916-24) en el país apuntalará ese proceso con la ley de concesiones agrícolas de 1911 y, con Trujillo (1930-61), el proceso seguirá su curso hasta hoy, con un capitalismo “sui generis” que, según la óptica de la ideología racionalista del sentido de la historia de algunos de esos autores, es débil, atrasado, arrítmico, dependiente, subdesarrollado, etc.

Pocos de nuestros intelectuales (incluyo a Bosch, F. Pérez Memén) se han consagrado a desenmarañar cuál era la mentalidad, la cultura y la ideología que correspondía, dialécticamente, a ese surgimiento de relaciones capitalistas en nuestra formación social, la cual ha sido caracterizada de “burguesa” por algunos. ¿Cómo y cuándo se formó la mentalidad y la ideología burguesa en nuestra sociedad? ¿Cuáles son sus rasgos? ¿Hay una mentalidad y una ideología burguesa para Europa desde la Revolución francesa y otra diferente para las sociedades capitalistas del continente americano, colonias todas ellas?

Al tratarse, según Marx, de un modo de producción que abarcará el planeta, salvo que se sea dualista del fondo y la forma, no hay manera de concebir la implantación del capitalismo sin capitalistas que no tengan la más remota idea de lo que es la mentalidad y la ideología burguesa. Al estudio del surgimiento y preparación de esta mentalidad e ideología se consagró Bernard Groethuysen durante años. El resultado de su trabajo es el libro “L’origine de l’esprit bourgeois en Francia” (1927). Ignoro si ha sido traducido al español, pero ‘esprit bourgeois’ debiera traducirse por ‘ideología’ o ‘mentalidad”. Mientras más leo esta obra, más sentidos encuentro al estallido de 1789, a la revolución norteamericana que culminó en 1776 con la independencia de los Estados Unidos y más pragmático hallo el método para países como el nuestro.

La mentalidad burguesa tarda siglos en formarse. Al surgimiento de un Estado capitalista van unidas, inseparablemente, la forma de ese Estado y su sentido, que es la ideología y la mentalidad burguesas. Naturalmente que no es una unidad dialéctica pura, sino un proceso que se fragua durante los años que siguen, los cuales son de acomodación, ajustes, cambios, rechazos, tanteos, prueba y error.

Pero el rasgo principal, el más importante en la implantación de un Estado burgués es, al inicio, la separación radical entre Iglesia y Estado, pues en la mentalidad del burgués, este se formó solo, la nobleza y la Iglesia no intervinieron ni previeron su aparición, por tanto él no le debe nada a ambos y por eso tiene absoluta confianza en sí mismo, en su capacidad de ahorro y moderación, en su previsión (cálculo de toda su actividad capitalista) y en la provisión de lo que es su familia, su descendencia y su felicidad.

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¿Por qué Bosch les exculpó después?

Durante este largo proceso evolutivo de la ideología y la mentalidad burguesas, veré cómo el burgués se acomodará a la Iglesia, pero dirigiendo él el proceso, es decir, el de la compra de su vida eterna por un impuesto temporal que la Iglesia llama limosna y que el burgués lo calcula como una inversión rentable. A esto se llama ideología burguesa, no juego de niños como el de la llamada “burguesía dominicana”, cuya mentalidad es de estricta sumisión a la Iglesia. No en vano la divisa del escudo dominicano es “Dios, Patria y Libertad”. Ningún movimiento burgués ha intentado alterar esa divisa desde 1844. La Constitución de Bosch de 1963 es, al parecer, la primera constitución burguesa dominicana, pero al no existir burgueses, sino gente rica o muy rica, esos mismos ricos la anularon mediante un golpe de Estado.

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