Cultura y Sociedad
¡Dos años sin Bonyé!

<STRONG>Cultura y Sociedad</STRONG><BR>¡Dos años sin Bonyé!

Aniversario. Las cuerdas del tres rasguean, el bongó suena, las claves marcan y la guitarra abre paso a la melodía para recordar sus pasos y su vida

La personalidad de Bonyé concentra en sí mismo cualidades humanas excepcionales. Era un ser amistoso, solidario, amable, incapaz de hacer daño y, sobre todo, un ser alegre y feliz. Su experiencia vivida, su recuerdo y memoria, constituyen un rico archivo  de la cultura popular dominicana, porque son estas las fuentes que  posibilitan la construcción y reconstrucción de la historia.

José María Guerrero (Bonyé) nació en  1918, en la zona sonera del 12 de Haina. “Yo soy nacido y criado ahí. Ahí nació mi abuelo, mi abuela, nació mi papá y mi mamá”.

Bonyé, adquirió reconocimiento internacional como un extraordinario bailador, dotado de excelentes habilidades y destrezas para bailar los ritmos latinoamericanos, especialmente el ritmo del son. Murió el 14 de octubre de 2007 a la edad de 89 años.

Bonyé tuvo una corta niñez.  «Yo comencé a trabajar a los 9 años con mi papá [Manuel de Jesús Guerrero, Nununo]. En  1928,  vivíamos en Ciudad Nueva frente a la Plaza Colombina.  Recuerdo que a la edad de 10 años manejaba el camión de mi papá, y desbarataba y armaba el motor. Trabajaba 14, 15 y 16 horas hasta los 75 años, cuando la Vieja [Inocencia Paredes, Chencha] me dijo, se acabó la mecánica y el choferismo».

Cuando  bailó su primer son.  La música, el baile y el buen vestir fueron las grandes pasiones de Bonyé desde muy temprano en su vida. «Fue en el bar de Sarita en la calle Abreu [San Carlos], en año 1932, donde bailé un disco del Sexteto Habanero, “El 1920”; tenía 14 años cuando eso, comencé a bailar hasta la fecha. De ahí, rompí a meterme en los cabareses en ese tiempo, porque me gustaba la música. Me gustaba el vestir  y el baile desde que tenía uso de razón. Recuerdo me vestí de un traje de Frac que me costó nueve pesos y unos zapatos Florshiem, esos eran caros, me costaron 34 pesos, pero yo trabajaba mucho; estaba vestido de blanco, parecía un gallito. Cuando yo bailé ese disco, se usaba una Victrola RCA Víctor, a la que había que darle con una manigueta para que cogiera cuerda».

El mejor bailador.  «Ahí donde bailé por primera vez habían dos hombres mayores que yo, había uno llamado Sijo, zapatero, muy buen bailador, y otro llamado Sopa Fría, ese era calié, muy buen bailador también.  Cuando ellos me vieron bailar, me dijeron,  tú vas hacer el mejor de los bailadores. Me lo dijeron, Sijo y Sopa Fría que eran las dos estrellas en el baile en ese tiempo, y creo que sí, que bailaba mejor que ellos, porque tenía mejor estilo».

Además de bailador de son, Bonyé también era un buen bailador de tango y bolero-son. «Ramón Saviñón Lluberes, que era dueño [director] de la Lotería, en la era de Trujillo, en 1937 o 1938, yo tenía como 18 años. Yo estaba en el cabaret “El Carioca”, y  bailaba un tango de Carlos Gardel, “Lejana Tierra Mía”, cuando él entró vestidito de blanco y me vio bailando, se quedó mirando. Cuando acabé de bailar, él me mando a llamar. Dice; “mira muchachón si Carlos Gardel no se hubiera muerto, los hubiera juntado a ustedes dos para ver cual baila mejor. Tremendo estilo tienes muchachón bailando tango”. Bailaba con una mujer del cabaret llamada Sonia. Con la Vieja también  lo bailaba mucho. El bolero,  no he visto a nadie que lo bailara como yo, lo que pasa que ya estoy viejo y las piernas no me dan».

Cuando conoció a Chencha.  «Yo la conocí a ella por un hermano mío que le llamaban Pepillo; él sabía que yo era bailador. Entonces, yo tenía un camión y tiraba viajes de hierro desde Hatillo al muelle de Haina. Él vivía en el 12 de Haina, en ese tiempo se bailaba mucho ahí. Le hice una visita, me dijo; “Chory  [así  nos decíamos], yo quiero que tú vengas por aquí un sábado que te voy a conseguir una parejita llamada Chencha, y me dijo cómo era ella, cómo era ella».

Bonyé siguió narrando: «Como me habló de baile, y soy tan vicioso en el baile, se me grabó la mujer. Yo iba pasando por el 12 de Haina, cuando todo eso era prácticamente monte. Ella iba cruzando de un tramo de la calle a otro con una lata de agua en la cadera. Me paré para que ella cruzara, cuando  miro así [de lado] ¡cojéle! Esta mujer tiene el mismo físico que me dijo mi hermano, y le he voceado  ¡Chencha! Y se paró. Procedí con esto: le dije, mira yo soy hermano de Pepillo voy a venir esta noche, ella dijo esta bien. Yo fui descargué mi camión, fui me bañe y viene [fue al lugar de encuentro]. De ahí, nos juntamos para siempre ese mismo sábado hace 59 años. Chencha añade, 59 años muy feliz y muy alegre».

Los tiempos modernos continuaban su avance y la invención de la vellonera constituyó un gran adelanto para la industria discográfica. La vellonera le imprimió  mayor calidad sonara a la música, con los discos en formato de 45 revoluciones. «En ese tiempo habían velloneras y  cabareses  por toda partes. Entonces donde conocí a la Vieja, ahí bailamos “El Diablo Tun Tun”, en 1948, en un bar llamado “Bigote”, el más famoso en toda la región; nada más tocaban son. Porque en ese tiempo, apenas usted oía un merengue porque era son y bolero lo que se tocaba».

El camino a la fama. Las celebraciones de concursos de son les dieron la oportunidad a muchos bailadores a lograr reconocimientos y proyección nacional e internacional. Chencha y Bonyé fueron los más aventajados y produjeron un nuevo resurgir de la música y el baile del son en el país. Como relató Bonyé, «el Club Nacional de Soneros ha sido uno de los principales ejes para llevar el son donde está». Entidad creada en 1986, de la cual Chencha y Bonyé fueron miembros fundadores.

«En el 1984 obtuvimos el tercer lugar en el concurso Barceló, en el programa Calientísimo del 9, con Roberto y Pololo. Luego en el Patio de Joseito Mateo, Jochy Santos nos vio bailando y nos llevó a la televisión y, comenzamos a coger la fama de bailadores. Tuvimos presentándonos por más de un mes en el canal 9, comenzaron a llamarnos de todas partes. Hemos caminado por la República entera con Cesar Namnúm y el grupo Maniel. Además, hemos ido a New York, Puerto Rico, Martinica y hemos ido viarias veces a Cuba.  En el concurso de Santiago de Cuba obtuvimos el primer premio en el 1994. También, nos hemos presentados en el Teatro Nacional, Casa de Teatro, Hotel Jaragua, Hotel Santo Domingo y en el Sheraton».

Chencha y Bonyé, formaron una de las parejas soneras más destacadas del país y Latinoamérica. En su vida íntima como en su vida social y cultural, resultaban ser complementario uno al otro. «Ella tiene el mismo sistema de baile mío. No la enseño nadie; nació con eso. Le gusta mucho el baile, le gusta mucho el vestir,  igual que a mi. Nos atendemos el uno al otro, una coincidencia de la naturaleza porque coincidimos en muchísimas cosas».

Las vivencias, los recuerdos y la memoria de Bonyé, no sólo dan  muestra de su  vida, su personalidad, su identidad, de sus acciones y prácticas. Sino que además, reflejan y refractan toda una época marcada por la subcultura sonera y los grupos sociales que la asimilaron. Mucho más, concentra la manera en que la música y el baile del son dieron el gran salto para convertirse en un potencial producto cultural demandado y apreciado por distintos sectores sociales. «Usted va a cualquier sitio y ve doctores, abogados, licenciados, ve ricos y personalidades de primera clase. Chencha agrega, la juventud se está metiendo también».

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