Si le pides algo, él te escuchará, y tú cumplirás las promesas que le hagas. Job 22: 27
Cuando estamos en necesidad solemos prometer a Dios un sinnúmero de cosas, pero da la casualidad de que, cuando recibimos nuestra bendición, no cumplimos aquello que prometimos. Y no nos sucede una ni dos veces. Al contrario, son tantas las veces que Le hemos fallado que perdemos la cuenta. A pesar de esto no tomamos conciencia y no dejamos de hacerlo.
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Esto demuestra que no somos agradecidos, y nos tiene sin cuidado lo que piense Dios acerca de nosotros. Creemos que Él no toma esto en cuenta, pero sí lo hace. Por eso, cuando pedimos de nuevo se tarda tanto en respondernos; porque Él quiere que recapacitemos.
Pero hemos hecho de esto una costumbre y, aun cuando Su misericordia se manifieste y nos conceda nuestra petición, no reaccionamos; seguimos igual. Pero habrá un momento cuando Su misericordia no estará más. Entonces, ¿qué haremos? No esperemos ese momento y cumplamos con lo que Le hemos prometido. Si lo hacemos, ganaremos galardones delante de Él. Luego, cuando volvamos a Su presencia nuestra petición no tardará, porque hicimos lo que prometimos.