Cumplir el acuerdo con el FMI es prioridad

Cumplir el acuerdo con el FMI es prioridad

El embajador dominicano en Londres, economista Eduardo Tejera, afirmó anoche que la prioridad del país es mantener y cumplir el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Tejera habló ayer en un acto en que presentó su libro «CRÓNICA DE LA CRISIS ECONÓMICA DOMINICANA»

A continuación el texto de su discurso:

Antes que nada deseo expresar mi gratitud a la Universidad Iberoamericana (UNIBE), en la persona de su presidente, el amigo Ing. Abraham Hazoury y de su Rector Dr. Gustavo Batista, por facilitarnos el Salón de Eventos de este prestigioso centro de altos estudios, para hoy poner a circular mi reciente libro; CRÓNICA DE LA CRISIS ECONÓMICA DOMINICANA; Artículos y Ensayos 2001-2004. Vaya también mi particular agradecimiento, al gran amigo y colega, el economista Lic. Julio Ortega, por presentarme la obra y por sus generosas palabras de elogio y afecto hacia mi persona.

Le solicité al hoy dedicado funcionario Julio Ortega, que me comentara la obra, porque durante tres años fuimos persistentes aliados en estudiar, criticar y denunciar el dramático derrotero que estaba llevando nuestro país, que culminó en un verdadero desastre económico y moral en el verano del 2004. Julio, otros valiosos economistas, empresarios comprometidos con el país y el suscrito, pudimos ver venir la cara negra de la crisis que ya sufría la nación y con honestidad y criterio técnico la denunciamos en los últimos dos años. De entrada quiero destacar que comparto todas las expresiones y denuncias que Julio ha señalado, como queda enmarcado para la historia en los artículos y estudios que conforman este libro.

Los artículos publicados en el HOY abarcan el dramático período en el cual en sólo cuatro años del 2000 al 2004 el país cayó en una de sus crisis económicas más profundas y complejas, que nos hizo perder el 20 % del Producto Interno Bruto, se devaluó la moneda en más de 200 %, se duplicó la deuda externa hasta llegar a US$ 7,700 millones y ahora se sabe que la cifra es superior y puede llegar con los compromisos firmados a US$10,200.00, el servicio de la deuda externa pasó de ser el 18 % del PIB para alcanzar el 43% del PIB y su pago absorberá el 40% de los recursos de Presupuesto Nacional del 2005, el Banco Central debe US$ 2.2 billones en pesos de Certificados, la inflación aumentó al 44%, las reservas netas bajaron a ser negativas, se redujo el poder adquisitivo del asalariado a casi la mitad y se firmaron dos Acuerdos de Stand-by con el FMI en agosto del 2003 y enero del 2004 y dos veces fue violado y suspendido por incumplimiento e irresponsabilidad. Igualmente en el 2004 la nación cayó en atrasos externos y estuvo a punto, de no ser por el FMI y los Estados Unidos, en caer en cesación de pagos internacionales. Un resultado increíble y extremadamente dramático e irritante para un país y un pueblo totalmente sorprendido y exhausto de tanta desgracia.

Los artículos y estudios lamentablemente describen la triste historia de cómo un país que fue modelo de crecimiento y estabilidad durante diez años con un promedio de 7 % de crecimiento real del PIB y con estabilidad de precios y tasa de cambio y, en particular del 1991 a agosto del 2000, por mal manejo administrativo, económico y político fue llevado por el penoso camino de terminar en una de sus peores crisis económicas y sociales en la historia reciente. Esta la historia de cómo en menos cuatro años por irresponsabilidad, mal gobierno y mala política económica se atrasó dramáticamente a una nación que era el elogio y ejemplo del Continente y del mundo. Pasamos así de ser el milagro económico de América hispana, según la CEPAL, a convertirnos en el desastre económico más notorio, con la secuela de hundimiento y destrucción  de la moral pública y privada.

A finales del 2000, Naturalmente abogué por la necesaria reforma tributaria y arancelaria, aunque advertí que se realizó muy tardía (debió ser dos o tres años antes) y señalé mi gran desacuerdo con la apertura de shock de rebajar los aranceles en dos años y por la creación de varios impuestos negativos para el sector privado, que se tradujeron en una inmediata caída de las recaudaciones.  Después vino el oneroso invento de reactivar la economía artificialmente con los ingresos de una emisión de US$ 500 millones en Bonos Soberanos, que causó un derroche fiscal sin cumplir las pautas de su propia ley y un recalentamiento de la economía, que forzó a cambiar la política monetaria y subir las tasas de intereses bancarios.  Asimismo, estuve en total desacuerdo con el elevado endeudamiento externo de fuentes bancarias, que tuvo el nefasto mérito de más de duplicar la deuda externa de la nación y a la vez triplicar el endeudamiento interno de fuentes bancarias nacionales. De ahí en adelante el Gobierno siguió un sendero que lo condujo al desastre con políticas populistas de demanda inducida e importantes déficit externos e internos.

La segunda emisión de bonos soberanos del 2003 por US$ 600 millones ya fue un desperdicio, pues se realizó fundamentalmente para pagar deudas internas y externas, pues ya el Gobierno no tenía dinero para pagarlas. Ahí se puso de manifiesto el fracaso del rápido endeudamiento externo, aunque con esos US$ 600 millones, se pospuso la crisis de pagos externa para el 2004 y 2005. Para entonces el país estaba sumergido en una crisis de déficit fiscal, de déficit del sector  eléctrico y en una centrífuga monetaria. El experimento de los bonos finalmente hipotecó con grandes pérdidas cambiarias, por completo a la nación, dejando una funesta herencia para las próximas generaciones que sufrirán por largo tiempo sus negativas consecuencias sobre el servicio de la deuda externa y el empobrecimiento de todos los dominicanos. En el orden fiscal, la errada política expansionista fiscal desembocó en el importante déficit de un 7 % del PIB para mediados del 2004. En varios de los artículos incluidos en el libro advertí que el creciente déficit de la política fiscal acabaría por socavar la estabilidad macroeconómica. Lamentablemente así sucedió.

Para colmo de esta crisis económica ya existente, pero encubierta, explotó por incumplir y violar la Ley Monetaria y relajar la precaria y politizada regulación financiera, la crisis bancaria, en la cual cayeron tres importantes bancos y sus filiales. Este colapso creó un hoyo en pérdidas financieras que ha sido calculado en más del 20 % del PIB, algo realmente extraordinario. Por falta de conocimiento y por la politización del tema, el Banco Central absorbió todos los pasivos de Baninter y gran parte de las pérdidas de otros dos bancos sin ninguna revisión previa y al entregar igual monto de Certificados de Participación (Bonos) a los depositantes y acreedores de los tres bancos colapsados, incluyendo las filiales «off shore» que era algo obviamente ilegal.  De esta forma, el Banco Central quedó hipotecado y atrapado con una deuda equivalente a US$ 2.2 billones, que tiene en la actualidad. Pero en esta crisis existen culpables privados y públicos cuyos casos se encuentran en los Tribunales. La conciencia nacional y el mínimo respeto a las leyes exige que se haga justicia y se castiguen a los encontrados responsables de fraudes, porque el país no se puede dar el lujo de caer en la impunidad, so pena de convertirnos en un Estado bananero e irresponsable.  También existen muchas personas y empresas que le deben dinero vencido al Banco Central y que no lo están pagando, lo que perjudica a todo el sistema monetario y a la economía.

Igualmente, nunca acepté la manera en que la Autoridad Monetaria manejó la crisis bancaria y dejó por inercia destruir dos grandes compañías de seguros y otros valiosos activos muebles e inmuebles recuperables. La historia y el conocimiento público de las operaciones realizadas por el Banco Central será una tarea crucial por realizar para conocer algún día, el por qué y por quién, tenemos la dura carga de más impuestos y más deudas, que recaen sobre los hombros de todos los dominicanos. Como resultado, a agosto del 2004 el Banco Central debía RD$ 105,000 millones en Certificados con tasas de interés entre 45% y 60% anual.  La nueva Gobernación y Junta Monetaria acertadamente la han reducido entre 24% y 26%, bajando así el déficit cuasi fiscal de la institución a la mitad y han extendido el plazo de los Certificados y han realizado una emisión de Certificados indexada indirectamente al dólar. El Gobernador y la Junta Monetaria han actuado muy bien, recuperando la confianza en la institución, cortando el déficit cuasi fiscal y ayudando a mantener una tasa de cambio estable, entre RD$ 31 a RD$ 28 por un dólar, desde principio del Gobierno. Un gran éxito del Presidente de la República y su Equipo Económico.

Sin embargo, el balance de la emisión de Certificados sigue creciendo, presionando una emisión monetaria automática. Bajar los intereses ha sido muy correcto y extender los plazos obviamente también, pero habrá que buscar la fórmula de reducir mediante reestructuraciones internas amigables con emisiones especiales que reduzcan el principal e intereses en el tiempo, porque será insostenible mantener intacta y aumentar esta enorme deuda del Banco Central.   Por otro lado, hay que vigilar bien la tasa de cambio que sea competitiva y que no sobre aprecie la moneda.  Este es un punto clave en la estrategia a largo plazo y para mantener rentable los sectores generadores de divisas.  El otro punto que queda por resolver de fondo y de manera sostenible es la reforma estructural del sector eléctrico y la modificación de todos los contratos de compra de energía existentes y el Acuerdo Madrid, que ya ha quedado obsoleto. 

En otro orden, en adición al deterioro de la situación monetaria y económica, habría que añadir el lento derrumbe de la institucionalidad gubernamental, el relajamiento de la gestión pública, el renacimiento de la tolerancia, unido a una creciente corrupción que arropaba una parte del país político y del empresariado privado. La delincuencia y la inseguridad ciudadana también comenzó a aumentar por la crisis social, por la corrupción y las debilidades institucionales. La República, en breves palabras, había caído en un deterioro moral y económico, el cual tomará varios años recuperar en todos los órdenes. La regeneración moral y cívica será un gran desafío y una meta de todos los dominicanos, pues no es solo tarea del Gobierno, aunque está claro que éste tiene que sembrar con el ejemplo. 

Al nuevo Gobierno del Dr. Leonel Fernández, le tocó la inmensa tarea de recuperar la estabilidad interna, frenar de golpe la devaluación como ha logrado con gran éxito, reflotar la economía y renegociar la deuda externa. En seis meses el Presidente Fernández ha tenido éxito en todos estos campos y ha generado confianza y fe en el futuro nacional.  Hay que reconstruir las bases económicas del país, crear una mayor competitividad para el sector privado y sentar las bases para salir con ahorro e inversiones de la crisis interna y externa. Ya se logró el primer gran pasó al obtener el pasado 31 de enero la aprobación del nuevo Acuerdo de Stand-by con el FMI, que ahora es más amplio, pues incluya reformar y reestructurar de fondo al sector eléctrico y fortalecer la banca nacional, realizar una segunda reforma tributaria más integral y disciplinar la política fiscal y monetaria. Asimismo ya está en la etapa final de manera exitosa de la renegociación de parte de la deuda externa bilateral en el Club de París. Es un esfuerzo inmenso del Gobierno: sanear y disciplinar la economía, a la vez que sentar las bases de su reactivación. 

Finalmente, el país no debe ni puede esperar milagros en un año. El 2005 debe ser un año de auto disciplina y de regreso a la estabilidad y baja inflación y si triunfamos en lograr estos objetivos se habrá logrado mucho. Podría crearse presiones indebidas para buscar un rápido crecimiento del PIB de más de un 2.5 % para el presente año, pero estimo que es mejor conformarnos con recuperar la estabilidad interna, cerrar el déficit fiscal y comenzar a crecer gradualmente, en la medida de las posibilidades. La prioridad es mantener y cumplir con el Acuerdo con el FMI.  Estoy seguro que desde el mismo Presidente de la República y todo el Equipo Económico están absolutamente comprometidos y dedicados mantener él éxito que en poco tiempo se ha logrado y en cumplir con las metas y topes del Acuerdo del FMI y las obligaciones internacionales. El año es de prudencia, buena administración y de volver a reactivar la economía dentro de un marco realista y viable. Estoy seguro que entre todos se podrá lograr.

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