¡Cúpulas sin moral ni patriotismo!

¡Cúpulas sin moral ni patriotismo!

FIDELIO DESPRADEL
Señores: el grueso de la clase política, de las cúpulas del poder judicial, legislativo y ejecutivo; una parte importante de los comunicadores e intelectuales con posibilidades de crear opinión pública y con marcada influencia; todos esos sectores, son opuestos a cualquier proyecto de Nación donde la Soberanía, la ética política y el respeto por los valores nacionales, constituyan la guía. Sencillamente: ¡Ellos y ellas son la punta de lanza de los Estados Unidos y demás poderes, que quieren, y necesitan, destruir las reservas morales y los restos de Soberanía que todavía conserva nuestra Nación!

Este importante contingente no aporta ni una gota de recursos a la hora de cuantificar las reservas que tenemos que poner en movimiento para poder cambiar el rumbo fatal hacía dónde ha venido siendo precipitada nuestra Nación. ¡Están en la orilla opuesta! ¡Son instrumentos de los enemigos de nuestra Nación! Sin embargo, identificarlos con precisión y establecer parámetros y referencias para que cada vez mayor cantidad de personas honestas los puedan identificar, es algo muy importante para las luchas nacionales y libertarias futuras.

El grueso de esos comunicadores, intelectuales y cúpulas de los poderes del Estado, conocen muy bien las entrañas del crimen y del narcotráfico en la República Dominicana. Lo saben porque tienen acceso a las informaciones oficiales; lo saben porque ellos interactúan con una parte de ese crimen organizado, y lo saben también porque ellos reciben parte de las boronas que esa parte del poder factual reparte entre sus comilones.

Ellos saben que las cosas están organizadas en la República Dominicana para que toda la persecución contra el trafico de drogas en el país sea manejado por un organismo, organizado, entrenado, financiado y dirigido por los Estados Unidos; ellos saben muy bien que los oficiales de policía de los barrios sólo pueden «molestar» a los traficantes chiquitos; que tienen «instrucciones superiores» de abstenerse de actuar contra los traficantes y distribuidores grandes; y todo ello, porque esa es una función de ese organismo dominado por los Estados Unidos.

Saben también todos estos comunicadores, intelectuales y cúpulas de los poderes del Estado, que a los Estados Unidos no le importa que nuestros barrios y nuestra juventud se sature y se pierda en las drogas; que ellos no alientan al poderoso organismo que aquí dirigen para que persiga, de verdad, la distribución en los barrios, las discotecas y los grandes centros del consumo de la clase «alta». Saben que esa separación en las funciones de la policía y del organismo en cuestión, es para que nuestra juventud pueda seguir siendo destruida.

Por último, estas cúpulas «dominicanas» saben muy bien que en los Estados Unidos, nunca; ¡óiganlo bien!: ¡Nunca! se ha hecho preso, y mucho menos procesado, a un gran capo de la droga, oriundo de los Estados Unidos, y que el llamado problema de lavado, sólo le interesa a los Estados Unidos para evitar que los centenares de millones de dólares que el tráfico genera cada año se quede en los bancos y en el torrente económico de su país, y no que, como pasa en pequeña cantidad, una parte de ese torrente venga a nuestros países a engordar nuevas y viejas fortunas.

Mientras tanto, el embajador de los Estados Unidos, que es un ciudadano de un país que los mismos Estados Unidos tienen subyugado desde el siglo antepasado, se permite ejercer presiones inaceptables a todos los estamentos de poder; a decidir a quién darle o negarle la visa, en función del nivel de sumisión con que cada persona asuma estos problemas; se permite meterse donde no puede ni debe; se permite, en fin, actuar como un gobernador de colonia. Y esto, no por su actitud sino por la actitud de los llamados dominicanos que se arrodillan ante el poder; que le rinden pleitesía a ese poder, y que, si siguen así, irán perdiendo, poco a poco, su condición de llamarse dominicanos,  y lo que pueda restarle de dignidad humana.

Se trata además, de que los Estados Unidos necesitan construir unas Fuerzas Armadas a imagen y semejanza de la actual política imperial; unas fuerzas armadas reducidas al mínimo, y fraccionadas en pequeñas unidades élites, subordinadas abyectamente ante el poder de los Estados Unidos.

Ustedes: Comunicadores, intelectuales y cúpulas de los poderes del Estado, tienen acceso a todas las informaciones, y a la literatura, donde todo lo que aquí digo, y mucho más, está documentado, con cifras, nombres y situaciones. ¡Pero, según su lógica y sus parámetros éticos, es preferible callar y doblar la cerviz!

Entonces: ¡Bien por mi amigo Julio Ibarra y por el otro juez de la suprema! ¡Y bien por Radhamés Gómez, que difundió la información! ¡Al diablo con las formalidades y los laberintos legales!

Mientras tanto: ¡Pobre justicia «dominicana»! Y además: ¡Se salvaron los pejes gordos que están por encima de Quirino! Los Estados Unidos se van a guardar las informaciones que logren, para sus pesados juegos de poder en nuestro pobre país, pero en ningún caso le van a informar a la justicia dominicana de las interioridades del caso.

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