Afirmaba Johann Goethe, célebre escritor alemán, autor del “Fausto”, una de las obras más geniales de la literatura universal que: “La actividad es lo que hace dichoso al hombre”. El concepto filosófico que envuelve dicho pensamiento le cuadra como anillo al dedo a la singular personalidad y la ejemplar hoja de vida del historiador deportivo Don Emilio Nicolás Córdova Pereyra, mejor conocido como Cuqui Córdova.
Durante más de 60 años el autor vegano, Inmortal del Deporte Dominicano, se ha dedicado a una incansable y vasta producción bibliográfica, que abarca 22 obras sobre la historia del béisbol dominicano y sus figuras legendarias.
Desde mis inicios en la crónica deportiva, sus libros fueron una referencia obligada, comenzando por su colección denominada “Álbum del Recuerdo”, un mosaico de interesantes semblanzas, columnas y fotografías sobre el béisbol criollo y otras disciplinas.
Durante las últimas décadas he tenido la distinción de forjar una edificante amistad con el gentilísimo colega, quien con sus merecidos y numerosos galardones, jamás ha mostrado ni una sola pizca de petulancia, sino todo lo contrario, es un dechado de sencillez y laboriosidad, adornado de un fino y sano sentido del humor.
Entre las iniciativas que he tenido el honor de compartir con él, atesoro sus aportes en el Concurso de Literatura Deportiva Profesor Juan Bosch, organizado por el MIDEREC durante la gestión de Felipe Payano, que me correspondió dirigir.
Son muchos los reconocimientos a lo largo de su vida, que resultaría prolijo enumerar en este espacio, pero sobresale el amplio reportaje escrito por el periodista Jonathan Blitzer, del New York Times, publicado en la primera página de la sección de deportes de este prestigioso diario.
El 24 de diciembre, fecha en que se celebra el nacimiento de Cristo, es también la misma fecha en que Córdova tuvo la dicha de venir al mundo, quien se preparaba para celebrar el año pasado sus 89 años de feliz y productiva existencia, como acostumbra hacerlo cada Noche Buena, en compañía de su esposa, hijos y demás familiares.
Inesperadamente, los festejos de esa noche se vinieron abajo, pues nuestro personaje cayó gravemente enfermo y hubo que recluirlo inmediatamente en la Clínica Corazones Unidos, donde fue operado de una úlcera sangrante en el duodeno, lo cual se complicó con una neumonía en cuidados intensivos.
Desconociendo lo ocurrido, yo había programado llamarle para felicitarle, pero tuve problemas con la comunicación, y un par de días después me comuniqué con el dilecto amigo Moisés Lembert, inmortal del Deporte Dominicano, y uno de los amigos más entrañables de Cuqui, quien me enteró sobre la situación.
Luego tras algunos días llamando infructuosamente a su hogar por fin me contestó su chofer, quien me informó que él ya estaba en la casa pero, me aclaró que se encontraba en recuperación y que no estaba en condiciones de hablar ni de recibir visitas dentro de dos o tres semanas.
No conforme con ello, llamé la semana siguiente, y me contestó la señora del servicio; tras una breve pausa, me impactó al escuchar la agradable voz del amigo que me saludaba con la jovialidad de siempre y me explicaba sobre lo sucedido. Finalmente acordamos que le giraría una visita a su hogar a mediados de esta semana.
¡Y, oh sorpresa! antier, mientras chequeaba en mi oficina la sección deportiva del Listín Diario, no lo podría creer, mi mirada chocaba con la columna “La crónica de los martes” del inigualable cronista Cuqui Córdova bajo el sugestivo y súper optimista título: “Estamos de regreso vivito y coleando”.