POR SEGUNDO ANTONIO VÁSQUEZ
La zona de intramuros conserva casas de arquitecturas frontales rígidas cuyo interior atractivo y elegante tiene elementos clásicos que proporcionan un aspecto restaurado.  

En la calle Luperón esquina Hostos se puede observar un edificio de dos niveles que podría datar del siglo XVI, construido en piedras, ladrillos y mampostería, con un anexo de un nivel en esta última vía, conocido como la Casa de Pedro Santana, debido a que esta polémica figura de nuestra historia residió y murió allí, la cual actualmente está ocupada por la Casa de Italia.

La edificación situada en un área de 450 metros cuadrados con un techo que tiene vigas de caoba, fue restaurada en 1990 por la Oficina del Patrimonio Cultural, realizando los trabajos el arquitecto José Ramón Pratts García, la cual se inauguró en abril de ese mismo año.

  La fachada, que está en la calle Hostos, presenta en el primer nivel una puerta y dos ventanas enrejadas. La de la izquierda tiene dos huecos cuadrados que servían como respiraderos internos.

En el segundo nivel hay una ventana y una puerta con balcón abalaustrado. Además, en la parte superior de la pared se aprecia una claraboya y en el anexo de un sólo nivel aparecen dos ventanas enrejadas y en la pared de al lado otra claraboya enrejada. Ambas servían para dar luz al interior. En el lado correspondiente a la calle Luperón, el primer nivel tiene una puerta y tres ventanas enrejadas y en lo alto tres puertas con balcones abalaustrados, además en el borde del techo aparecen encajados una hilera de gruesos ladrillos.

En la entrada se aprecia una puerta gruesa de caoba, el piso cubierto de ladrillos, dos puertas laterales de otras habitaciones, una más estrecha que la otra y una al medio cuya parte superior forma un arco de medio punto.

  De allí se pasa a una galería cuya superficie está cubierta con mosaicos rojizos, donde hay una doble arquería que ocupa el segundo espacio entre los muros de carga, la cual tiene tres columnas totalmente labradas en un sólo bloque de piedra cuyos arcos están todos empañetados.

En el lateral izquierdo hay una ventana abierta cuya parte superior forma un arco escarzano, pero en el derecho aparece una puerta también con el mismo arco que conduce a una escalera la cual va al segundo nivel y otras dos puertas que dan a un salón amplio.

Este presenta una “curiosidad colonial”, debido a que en los lados se observan las ventanas que dan a las calles Luperón y Hostos, donde cada una tiene dos bancos, uno en cada lateral, los cuales parten desde sus cimientos sacados de la misma pared, cuyo asiento está totalmente cubierto de un bloque de piedra tallada.

El patio tiene a su derecha un espacio con una jardinera con matas de palmas y una de mango, donde el resto de la superficie está cubierta de tallados bloques cuadrados de piedras. A su izquierda se puede observar una puerta abierta con columnas talladas en piedra que están incrustadas hasta la mitad en la pared desde donde surge un arco de medio punto, el cual está aserrado, o sea compuesto de ladrillos transversales. Además, en la parte superior aparece una ventana normal.

  En cambio, en el anexo de un sólo nivel hay una puerta que en la parte superior tiene atravesado un cuartón y en lo alto aparece en la pared que lo une a una preciosa ventana cerrada con el decorado de un tallado con líneas equidistantes y oblicuas que forman rombos.

  Al lado se aprecia una doble habitación donde hay una biblioteca con una puerta enrejada y otra con arco de medio punto enladrillado que lateralmente tiene columnas incrustadas en la pared, cuyo techo está cubierto de tejas.

En el segundo nivel se conserva una arquería de tres arcos enmarcados con el adorno que los unen del extremo superior que es de origen árabe y en el techo, aparte de las vigas se aprecian los largueros originales.