Curiosidades del éxito

Curiosidades del éxito

El  manejo de las computadoras, en sus primeros años, se hacía por medio de tarjetas perforadas. Era preciso escribir el programa, perforar las tarjetas, entregarlas a un empleado que las leía en el enorme computador, siguiendo un riguroso protocolo de turnos. En esos años las computadoras eran del tamaño de una habitación y necesitaban aire acondicionado permanente. Al otro día, si había suerte, se obtenían los resultados que generalmente señalaban alguna falta tipográfica o lógica. El programador cambiaba las tarjetas erróneas y las volvía a entregar, se retiraba y volvía después de un número de horas a ver si había “corrido”. El proceso era tedioso y lento.

No fue sino hasta la segunda mitad de la década de los sesenta que se inventó el acceso directo al computador, mediante una terminal parecida a una maquinilla de escribir conectada a él. A partir de ese momento, el programador establecía una relación de intercambio con el ordenador: enviaba su programa mecanografiado y el aparato le contestaba inmediatamente. El programador corregía y volvía a enviarlo, así lo que antes duraba una semana o dos, se resolvía en una tarde o un par de horas.

Al parecer, este sencillo cambio causó una explosión de programadores que en poco tiempo pudieron comenzar a usar los ordenadores personales. Los grandes nombres de programadores exitosos comienzan con ese cambio: Bill Joy, cofundador del Silicon Valley y Sun Microsystems, Java; Steve Jobs, el creador de Apple; Bill Gates, Paul Allen y Steve Ballmer, fundadores de Microsoft, etc. Antes de esos años claves 1967-1971, no se generaron programadores con esos espectaculares éxitos, puesto que al perder mucho tiempo no lograban la “masa crítica” en horas de experiencia; los “viejos” estaban empleados en grandes empresas como IBM, UNIVAC.

Numerosos estudios señalan que para alcanzar calidad universal, la persona debe haber “quemado” un mínimo de diez mil horas (10,000) para cuando llega a los veinte, veintiún años o antes. Este requisito, quizá un capricho de la naturaleza, fija el entorno de la fecha de nacimiento del experto, es decir, un número de años que permitan a los “fiebruses” haber acumulado las horas de experiencia para cuando el descubrimiento, invento o expansión económica que lo transportará, como una ola, esté disponible. Veamos: Gates nació en 1955, Paul Allen 1953, Ballmer, 1956, Jobs 1955, Schmidt 1955, Joy 1954. El súper éxito curiosamente está ligado a la fecha de nacimiento. Todos los citados tenían alrededor de 15 años para el 1970, cuando ya estaban funcionando las micro-terminales.

Puesto que el uso de nuevas tecnologías es caro y al comienzo está sólo disponible en escuelas y universidades de alta gama, ésas sólo son usadas por quienes pueden pagarlas. Es decir, los pobres de los países desarrollados quedan excluidos de los niveles punteros, naturalmente, los de los países pobres: en vías de desarrollo, etc., no tienen la menor oportunidad. Extraña injusticia. A saber cuántas mentes brillantes desperdicia.

Cierto, no sólo es necesario ser “fiebrú”, la persona debe tener talento y desde luego, haberlo cultivado con sus diez mil horas. Es interesante notar que esa regla no se aplica sólo a los grandes de la alta tecnología. Veamos una lista de los súper millonarios estadounidenses: Rockefeller, 1839; Carnegie, 1835; Weyerhaeuser, 1834; Gould, 1836; J. P. Morgan, 1837; Marshall Field, 1834; hay muchos más. ¿Por qué esto? Simplemente, porque en las décadas de 1860 y 1870, la economía estadounidense hizo la más grande transformación de toda su historia y esos señores, para esa fecha, ya tenían la experiencia acumulada de las 10,000 horas, con más o menos 34 años de edad. Los que nacieron en los 1840, eran muy jóvenes y los que  llegaron al mundo en los 1820, eran muy viejos.

¡Qué curioso! ¿Curioso o cruel? Por tanto, el súper éxito va ligado: al talento, la dedicación y de llegar o estar, en el momento oportuno en el sitio adecuado, pero estar ahí, con la capacidad de aprovechar la oportunidad. Esto también se aplica a todo lo que es de nivel mundial: deportes, música, comercio, etc. Ver: Outliers: The Story of Success de Malcolm Gladwell (Los sobresalientes: La historia del éxito).

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