“La templanza es simplemente una disposición de la mente que ata a la pasión”.
Tomás de Aquino
Hace ya muchos años, cuando aún no imaginaba que me dedicaría al acompañamiento terapéutico, soñaba con un extraño ángel a la orilla de un río. Más tarde descubrí que la imagen correspondía a la carta XIV del Tarot. El arcano muestra a un ser alado sosteniendo dos vasijas en sus manos. Una jarra que se encuentra en lo alto vierte líquido hacia otra que está en la parte baja.
El obispo estadounidense Fulton J. Sheen decía que “una función de los ángeles es la iluminación, y la otra es la de ser un guardián”. Enese tiempo desconocía que el ángel no era un ser divino en sí mismo, sino una representación simbólica del mensajero, aquel que se sitúa en medio del cielo y de la tierra para mediar entre el mundo de arriba y el mundo de abajo, cuidándonos, guiándonos, orientándonos y templándonos.
Templanza simplemente es mesura o moderación, la virtud cardinal que nos acompaña para someter la voluntad, mantener los deseos en los límites de la honestidad y dominar los instintos. Es el poder que surge en quien logra saltar el muro de la dualidad, para adentrarse en una mirada circular que abarca cada vez más relaciones.
Templar es lograr que algo conserve gran parte de su naturaleza, al mismo tiempo que se modulan algunos de sus atributos para hacerlos más útiles. Así, templar un carácter es llevarlo a un nivel tal que la persona alcance vivir más ajustada, feliz y próspera, mostrando un alto nivel de consciencia que le permita un buen uso de los talentos.
En el cristianismo, la templanza es la medicina de la ira, la fanfarronería y la arrogancia narcisista. Junto a la prudencia, fortaleza y justicia, es una de las cuatro virtudes cardinales del catolicismo. Gracias a ella, la persona puede sublimar las pasiones, controlar los impulsos y gestionar los deseos.
La Templanza representa las dos partes de la psique a las que Jung llamó ánima (receptiva) y ánimus (activa). Responder a algo o a alguien desde la templanza es fluir con las circunstancias, ya que vemos los contrarios no como oponentes u opuestos, sino como complementarios. Uno se nutre del otro y juntos realizan el plan.
La Templanza del Tarot se convirtió en un emblema de mis transformaciones espirituales. Me di cuenta que esta carta da la cara por los psicólogos, coaches, consteladores familiares y por cada terapeuta que actúa como fermento para acelerar el despertar de sus consultantes.
El ser alado que muestra la carta es alguien que tiene la suficiente pericia para trasegar el contenido de una vasija a otra sin derramarla. En la mayoría de las religiones y tradiciones espirituales, el agua tiene un significado profundo que sobrepasa su realidad material. Principalmente, el agua simboliza la vida y se asocia a la purificación, renovación, liberación, fertilidad y abundancia.
Estamos encarnados porque aun nos identificamos con lo que no somos. La Templanza del terapeuta lo conduce a darle un buen lugar a la sombra, que ha llevado a su cliente a buscar ayuda, porque sabe que le muestra aspectos de su propia mente en busca de luz.
Templar es modular las pulsiones para que los aspectos luminosos ganen cada vez más espacio en los pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. El acompañamiento espiritual consiste en encontrar un lugar en la vivencia subjetiva del otro, evocando el respeto, la admiración y legitimación de la autoridad que no ve en sí mismo.
No somos un cuerpo. El poeta y dramaturgo de origen irlandés Oscar Wilde lo dijo de forma hermosa al escribir: “Lo que los hombres llaman la sombra del cuerpo no es la sombra del cuerpo, sino el cuerpo del alma”.
Cuando por alguna razón La Templanza está en una posición de importancia, la persona que es guiada por este arquetipo incorpora a su vida nuevas maneras de pensar. Aunque es original a la hora de plantear y resolver problemas, no trata de amordazar ninguna de las formas de pensamiento que le llevaron al momento que vive.
Como octava superior del arquetipo del Mago, La Templanza provee la capacidad de integrar lo nuevo y lo viejo sin esconderlo, separarlo ni ocultarlo. El sujeto que es guiado por ella no tiene las pretensiones de ser un ángel, un santo o un modelo de conducta.
Es una persona común que está abierta a ver las cosas de un modo distinto. El resultado es una visión nueva de las cosas que le posibilita ser co-creadora de lo que le ocurre. No es seducida por la razón, sino que más bien hace un uso moderado del juicio, dejando espacio para lo irrazonable, lo paradójico, lo inexplicable o lo inusual.
Como virtud, la templanza sugiere un disfrute moderado de los bienes sensibles por vía del gobierno de las emociones. La templanza se relaciona con el valor moral. El filósofo griego Platón creía que la templanza junto al coraje y la sabiduría conlleva al ser humano a la justicia.
La templanza requiere buen juicio, prudencia, discernimiento, mesura, discreción y sabiduría. ¿De qué otro modo podríamos disfrutar las cosas del mundo sabiendo que es un sueño? Como fruto del Espíritu Santo, la templanza se evidencia en una mente segura, cabal y disciplinada, que maneja sus circunstancias.
En su libro La gran moral, Aristóteles afirma que la templanza es el punto medio entre dos extremos contrarios, y aclara que la templanza se expresa si la persona actúa con moderación y prudencia frente a los placeres, ya que si se aleja o se abstiene de lo que le causa tentación no se ejerce la templanza. Como dijo el filósofo y escritor romano Séneca, “la abstinencia es más fácil que la templanza”. En el zodíaco, La Templanza es representada por los signos de acuario y sagitario. En el plano esotérico se asocia con el signo virgo. Es el arcano que sostiene el trabajo del nuevo grupo de Love Vision que estoy guiando. Esta nueva aventura me emociona grandemente. Tal como dijo el evangelista y editor estadounidense Dwight L. Moody “la templanza es amor en entrenamiento”, y yo estoy lista para el siguiente nivel.