Cutupú, Cuqui, La Vega

Cutupú, Cuqui, La Vega

RAMON ALBURQUERQUE
Ha muerto un hombre moderno, agudo, sano  y sencillo, pensé esta nota hace unos meses, pero el vuelo del tiempo se anticipó.  Al morir, hay quienes tan solo saldan su deuda biológica original, otros harán turno,  a la espera del juicio del Señor. Sin embargo, en este caso, la sociedad enmudece, porque es el amigo de todos, y el Creador ya le cuidaba su espacio reservado.

Cuqui derrochó optimismo, de carácter fácil, imparcial, sonriente y amable; sin embargo, su principal activo fue la solidaridad.  Un hombre que se propuso ser constante aliado de causas comunitarias, religiosas, educativas y humanitarias. 


Su tamaño social pesó tanto en  La Vega, que fue senador con porcentajes pocas veces registrados en votaciones municipales y provinciales. Le conocí y aprecié mucho, al constatar su desempeño como legislador en los años 1998-2002, cuatrienio en que presidí el Senado,  por tres años consecutivos.

Entre sus virtudes, resaltan la puntualidad casi obsesiva, primero en su curul,  a la hora exacta, de trato respetuoso,  disciplinado,  honesto y responsable.


Hizo un gran trabajo en las comisiones permanentes de medios de comunicación, deuda pública y como vicepresidente del Senado. Asumió con espontaneidad un rol conciliador, con absoluto apego a los mejores intereses de la nación.

Lamentablemente, tuvo salud débil, no obstante,  hizo excelente labor en el Senado,  nunca se quejó, puedo afirmar que su responsabilidad creció con sus dolencias.

Hatuey De Camps Jiménez, le hizo  presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en La Vega, recibiendo apoyo unánime, de esa forma, se aseguró un triunfo fulgurante en las elecciones de l998.   El prestigio y fino tacto de Cuqui,  entusiasmó y consolidó el partido. Ningún político quedó sin conocer el trato generoso de Cuqui, a todos ofreció sus ondas hertzianas, en sus mágicas cadenas de elevados  ratings.

Su liderazgo natural se nutrió de la bondad de los veganos. En adición,  sus éxitos nunca menguaron sus iniciativas. En negocios le cubrió la fama. Y con su tierra negra de Cutupú paseó su cultura campechana; y como hombre de campiña escuchaba más de lo que hablaba. Aún imberbe buscaba afanosamente el éxito.  Y ciertamente se convirtió en paradigma de la innovación radiofónica nacional. Cuando se construya el paseo de las estrellas del espectro radioeléctrico dominicano, Cuqui estará entre los íconos marcados por la historia.

Fue político por la grandeza de su alma, no tenía que serlo, sin embargo,  pero en todo caso, fue un perredeísta cabal. Su paso al PRSD, es signo de su respeto hacia Hatuey. Nunca perdió su jovialidad, respetó a todos sus amigos  sin importar ideología,  partido  ni religión.

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