Sophia Ben-Achour parece una típica estudiante londinense. Tiene el pelo corto castaño, ojos bailones y una gran sonrisa.
Nunca pensarías que su mente está siendo controlada por una serie de procesadores situados a más de 320 kilómetros.
Estar poseído por una computadora no es tan desconcertante, me explica ella. «Hoy es la primera vez que he pensado, eh, soy solo un cuerpo y nada más».
En términos técnicos, Sophia es un «ecoborg», una persona que respira y vive y funciona como la portavoz de un robot.
Todo lo que dice se originó en un robot hablante Internet. Las palabras le llegan a ella a través de una pequeña pieza en el oído.
Parece una historia de ciencia ficción distópica, pero en realidad este experimento tiene un objetivo serio.
Apariencia e inteligencia
Investigadores de la London School of Economics quieren entender cómo el cuerpo y la apariencia de la inteligencia artificial pueden condicionar nuestra percepción.
Esto es crucial para nuestro entendimiento de la Inteligencia Artificial, porque en el futuro puede ser que estemos rodeados de máquinas que sean indistinguibles de nosotros mismos, y necesitamos saber cómo reaccionar.
«La mayor parte de las veces que nos enfrentamos con la Inteligencia Artificial hoy en día es en una interface muy mecánica», dice Kevin Corti, uno de los investigadores.