POR JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Los prejuicios y la irracionalidad pusieron en jaque el mercado dominico-haitiano que se desarrolla dos veces por semana en la fronteriza comunidad de Dajabón que se puso de pie la semana pasada para defender sus derechos y reclamar ser escuchada por las autoridades.
Cuando se creía que se había levantado un muro de separación y rechazo con el recién creado Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT), la comunidad encontró un extraordinario interlocutor en el comandante del mismo, mayor general Adriano Silverio Rodríguez, quien respondió positivamente a los reclamos.
Ha quedado claro que el mercado binacional tiene que ser preservado en beneficio no solo de los dajabonenses, sino también de los productores agropecuarios e industriales de todo el país, beneficiarios de una balanza comercial absolutamente inclinada hacia el lado este de la isla a razón de 43 por 1.
Beneficio repartido
La mayor parte de las exportaciones hacia Haití cruzan por el punto fronterizo de Dajabón, en patanas y camiones. Lo que se registra del mercado que opera lunes y viernes en Dajabón no se precisa, pero los estimados rondan alrededor de los 50 millones de pesos semanales, mil millones al año, equivalentes a unos 33 millones de dólares.
También en este el balance es ampliamente favorable para los productores nacionales. Se exportan productos industriales principalmente harina, cemento, salami, pasta de tomate, catchup, plásticos; y agropecuarios como pollos, huevos y puntilla de arroz, además de repuestos de vehículos. Los haitianos venden básicamente ropa, zapatos y electrodomésticos, nuevos y de medio uso, bebidas alcohólicas y frutas.
La comunidad de Dajabón se beneficia no tanto por la exportación, pues la local es agropecuaria, sino por la comercialización y venta de servicios, hoteleros (hay 25 hoteles con más de 800 habitaciones), de comidas y bebidas, alquiler de sanitarios, transporte y otros, que se ofrecen no solo a los compradores haitianos, sino también a los dominicanos que provienen de distintas regiones para comprar y vender. Los mayores beneficiarios son los productores industriales y de huevos del Cibao y de todo el país. El mercado binacional no sólo es víctima de irracionalidades dominicanas, sino también de intereses haitianos, que a principios de noviembre impusieron restricciones al paso hacia Dajabón. Los grandes importadores de Puerto Príncipe están pensando en el mercado del norte haitiano, que se suple en gran proporción desde Dajabón. Una razón adicional por la que la sociedad civil dajabonense cree que su mercado tiene que ser organizado y protegido, en vez de reprimírsele.
Una comunidad unida
No era sólo el padre jesuita Regino Martínez y su Solidaridad Fronteriza la que reclamaba. Estaba toda la Iglesia Católica, con el párroco Roberto Guzmán, y la influyente Radio Marién que dirige el padre Guillermo Perdomo, y la Iglesia Evangélica Misionera con su pastor Raymundo Abad. Lo mismo las asociaciones de Hoteleros, de Comerciantes, de Vendedores del Mercado, de Distribuidores de Pollos, de Ganaderos, de dueños de Farmacias y Farmacéuticos, de Coqueros, de Profesores, y juntas de vecinos, clubes de madres, Club Rotario, y otras.
En clara demostración de lo que querían era el orden esas entidades se agruparon en un Comité de Defensa y Desarrollo de la Sociedad Civil de Dajabón, la que en vez de decretar un paro o quemar gomas en las calles se dirigió a la gobernación para entregar un documento contentivo de sus reclamos. No encontraron a nadie que lo recibiera.
No rechazaban el CESFRONT ni se oponían al cumplimiento de su misión. Un documento del 15 de noviembre comienza planteando que desde hace muchos años abogan por la legalidad en la frontera, con estricto control para el tráfico de indocumentados, de los robos, del contrabando, el tráfico de armas y de drogas.
Se referían a varias propuestas anteriores «para que haya normas claras para el comercio en la frontera dominico-haitiana, que nuestro mercado sea justo, legal y organizado», con regulaciones para el tráfico de personas, denunciando el maltrato en los puestos fronterizos y especialmente en el puente que une las dos naciones, con el saqueo de compradores que regresaban a Haití con mercancías adquiridas aquí, sosteniendo que «la ilegalidad y el desorden dan grandes beneficios a quienes la mantienen».
El punto quinto del pliego decía que «En múltiples ocasiones hemos pedido un cuerpo especializado para la frontera, con equipos que les permitan hacer un trabajo eficiente y una labor a favor del crecimiento de Dajabón»
Eso es lo que esperaba la comunidad dajabonense del CESFRONT, pero la llegada de las nuevas tropas en vez de poner límites a los abusos de las tradicionales los incrementó, en nombre del orden. Se despojaba a compradores de mercancías adquiridas en el mercado, se prohibió a los comerciantes mayoristas haitianos que llegaran el día anterior a los de mercado y se incrementaron hasta 9 los puestos de control en los 40 kilómetros de carretera que separan a Dajabón de Montrecristi, donde comerciantes y compradores dominicanos tenía que pagar peaje o someterse a minuciosos, lentos y humillantes registros.
Algunas pruebas documentales fueron tan contundentes que provocaron la cancelación de una decena de integrantes del nuevo cuerpo militar, incluyendo un oficial.
Pero las autoridades dominicanas parecían coincidir con las haitianas en reducir el mercado que da vida a Dajabón y a la región y que beneficia a productores y comerciantes nacionales.
Acuerdos para el orden
Como las autoridades locales ni siquiera conversaban con el Comité de Defensa, vinieron a la capital el jueves 15 y desde Teleantillas, y luego en rueda de prensa, denunciaron la situación, obteniendo inmediata respuesta del mayor general Adriano Silverio Rodríguez, comandante del CESFRONT, quien llamó al telediario Uno más Uno para manifestar su disposición a reunirse con los dirigentes sociales.
Se acordó que el encuentro sería el martes 20 en Dajabón, pero antes el oficial analizó la situación con los altos mandos militares y el lunes se reunió con el gobernador, la síndica, comandantes locales del Ejército y la Policía, el fiscal y otras autoridades, mientras los dirigentes del Comité eran invitados a reunirse con el secretario de las Fuerzas Armadas la noche del lunes. Cuando llegó a la reunión del martes en el salón parroquial y antes de que hablaran los dirigentes sociales, con extraordinaria habilidad e inteligencia, el general Silverio Rodríguez se adelantó a anunciar que aceptaba casi todas las propuestas de la comunidad, buscando precisar los alcances de algunas. La reunión fue un ejemplo de rápida concertación y demostró que sólo prejuicios y actuaciones tradicionales separaban al CESFRONT del Comité de Defensa. Duró apenas hora y media y al final, tras la visita de una decena de diputados integrantes de la Comisión de Fronteras, se firmó el pliego contentivo de los acuerdos.
En resumen: el general se reuniría con los demás comandantes para contemplar la reducción y funcionalidad de los puestos de control; la oficina local de Migración otorgará un carnet de identificación a las haitianas que hacen trabajos domésticos en Dajabón; los pequeños y medianos comerciantes haitianos podrán cruzar la frontera los martes, miércoles y jueves con un carnet especial. También los compradores que se provean de un papel de autorización; los comerciantes haitianos podrán cruzar los jueves y domingo para hospedarse en los hoteles de la ciudad en espera de los días del mercado abierto, donde todo lo que se compre será lícito, excepto artículos prohibidos por ley. También se acordó que el CESFRONT no intervendrá en la realización del mercado, a menos que lo soliciten las autoridades civiles o judiciales; controlará las entradas por el río Masacre para impedir la proliferación de haitianos en áreas fuera del mercado; coordinará con los demás organismos militares y policiales para garantizar la seguridad ciudadana; y se compromete con el respeto a los derechos humanos.
La sociedad civil recompromete a colaborar con las autoridades identificando los puntos vulnerables de la frontera por donde pasan contrabandos, mientras la Dirección de Migración facilitará la carnetización de la mano de obra haitiana que trabaja en el cultivo del arroz.-
Tremendo desbalance
La comunidad de Dajabón expresaba con enfado su indignación frente a comunicadores y autoridades que presentaban sus reclamos de respeto al intercambio comercial con Haití y reglas claras para la vigilancia en la frontera como oposición a la legítima actuación de las autoridades.
Se dijo que detrás de la sociedad civil dajabonense se ocultaban los intereses de contrabandistas, narcotraficantes y prohaitianos que se amparaban en la anarquía con que opera el mercado binacional, por lo que se justificaba cualquier actividad represiva sin importar que quebrara una actividad comercial de decenas de millones de dólares al año.
En los 9 años entre el 1997 y el 2005, los dominicanos exportaron hacia Haití productos por 659 millones 140 mil dólares, que si se les suman los 96 millones 316 mil de las zonas francas, totalizan 755 millones 457 mil dólares. En cambio las importaciones desde Haití apenas sumaron 15 millones 711 mil dólares. Sin los productos de zona franca la relación es 43 dólares de exportación por 1 de importación.
En el 2005 el balance es más desproporcionado. Las exportaciones nacionales fueron por 122 millones 88 mil dólares, y las importaciones alcanzaron apenas los 2 millones 196 mil dólares, para una relación de 56 por 1.Incluidas las zonas francas el desbalance es de 161 millones 49 mil a 2 millones 196 mil dólares, 73 por 1.