Damnificados,  31 años después

Damnificados,  31 años después

 Es probable que usted no lo quiera creer, porque lo considera imposible. Pero estas gráficas muestran un sector de Los Alcarrizos llamado  Canta La Rana, en la  provincia de Santo Domingo, donde todavía viven, desde hace 31 años, 288 familias damnificadas del huracán David. Este fenómeno atacó a la Capital el 31 de agosto de 1979. La construcción en madera, en el recuadro, es un proyecto de viviendas.

El 31 de agosto de 1979  el huracán  David pasó por el país  y, 31 años después, 288 familias damnificadas padecen todas las formas  de calamidades en el sector Canta La Rana, de  Los Alcarrizos, provincia de Santo Domingo.  

Seis presidentes de tres partidos han dirigido el Gobierno desde entonces y esas familias  no ven en el horizonte el final de su azarosa situación.

 Algunos de esos presidentes hicieron  “algo” por los  damnificados para aliviar su drama, pero ninguno resolvió la situación de manera definitiva, como hubiera sido  proveerlos siquiera de una vivienda.

Cuando el  presidente Joaquín Balaguer retomó el poder en agosto de 1986, ordenó la construcción de edificios multifamiliares para alojar a algunas familias, pero fueron más las vendidas por  “algunos  vivos” que las  destinadas a los damnificados.

El Gobierno actual hace  cierto tiempo  dispuso que el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) construyera igual cantidad de casas de madera para albergar en ellas a familias damnificadas del huracán David, las   que volvieron a ser damnificadas por un incendio. 

  Esas casas están a medio construir, porque “otros  vivos” se robaron la madera y   los materiales de construcción para venderlos, y ahora  los ladrones  desmantelan aquellas casas que el INVI construía, institución que  se ha negado a concluirlas bajo el argumento de que no puede garantizar que los materiales serán resguardados y bien administrados.

Demasiado. En los barracones falta de todo, lo que  dificulta  el diario vivir a  adultos y a niños que sobreviven entre la basura y las alimañas.

 En uno de los incendios  provocados en esos barracones por deficientes conexiones eléctricas, murió la niña   Angélica Valerio, de cuatro años, hija de Leidy Valerio, y más de una docena de personas sufrieron  quemaduras que las marcaron para el resto de sus vidas.

Una  es Estéfani Sánchez, quien mostró a los periodistas las huellas de las quemaduras  estampadas en su cuerpo.

Tiene ocho nietos.  María García Polanco y Gloria María Calderón Sarante describieron las penurias vividas durante más de 30 años en los barracones. García Polanco dijo que “ha echado raíces en el lugar” y, para probarlo, agrega  que tiene una nieta de 20 años llamada Madelin. 

Aracelis Escalante,   28 años y siete hijos, tenía cuatro años cuando fue llevada  a los barracones por sus padres y otros familiares. Cerca del mediodía  de ayer,   no sabía qué daría  de comer a sus hijos, debido a que no tenía siquiera un peso.  

Las claves

1.   Divide familias

La forma en que los refugiados  en Canta La Rana administraron los materiales de construcción aportados por  el Instituto  Nacional de la Vivienda (INVI), que suponían haría la construcción,   ha llevado la división y el disgusto de los afectados hacia quienes usaron de manera indebida la madera, las varillas y otros materiales. Pidieron al INVI que retome  la iniciativa. Los  afectados acusan a personas ligadas al gubernamental Partido de la Liberación Dominicana de desnaturalizar esa iniciativa.

  2. Poca ayuda estatal

La mayoría de los damnificados  pidieron al presidente Leonel Fernández que autorice  a los Comedores Económicos el envío de raciones, “para que las familias tengan siquiera una comida al día”. También piden que la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo  envíe camiones de agua.

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