Damnificados de Santiago:
Nochebuena en un refugio

Damnificados de Santiago:<BR> Nochebuena en un refugio

POR RICARDO RODRIGUEZ
SANTIAGO.-
Hace 12 días, cuando la sorpresiva crecida del río Yaque del Norte se llevó prácticamente todas sus propiedades y destruyó total o parcialmente sus casas, los damnificados de tres barrios ubicados en Rafey tenían la esperanza de que la cena de Nochebuena la compartirían con sus parientes cercanos  en las viviendas que alquilarían con el dinero prometido por el Gobierno.

Sin embargo, la realidad ha sido diametralmente distinta, mientras que las familias alojadas en el multiuso del club Gregorio Urbano Gilbert, del ensanche Libertad, cada minuto que pasa corren el riesgo de ser víctimas de enfermedades producidas, en el mayor de los casos, por el hacinamiento en que viven.

 Las más de 700 familias provenientes de los sectores La Javilla, Rincón de Oro y El Tamarindo, que conforman el populoso barrio de Rafey, perdieron toda esperanza de vivir ese momento fuera del refugio.

Otros refugiados tuvieron mejor suerte que los provenientes de esos barrios y que estaban ubicados en otros lugares, pues ya recibieron el dinero prometido. La gran cantidad de personas que se han sumado últimamente a la lista del Gregorio Urbano Gilbert hace difícil determinar los reales damnificados, de acuerdo a lo establecido.

Francisco Reyes, quien pasó los primeros días en el refugio junto a tres hijos, ya perdió  hasta la ilusión de cenar esta noche con ellos y su mujer. Los mandó donde unos parientes residentes en El Factor, Nagua, “porque  estoy viendo que a las autoridades gubernamentales se les está haciendo difícil determinar cuáles son realmente los damnificados, por lo que ahora no pueden distribuir los 15 mil pesos prometidos por el gobierno para que alquiláramos casas por tres meses”.

Como la mayoría de los refugiados, Francisco perdió todos sus ajuares y la vivienda quedó semi destruida, pero está consciente que, si abandona definitivamente el lugar, corre el riesgo de no ser tomado en cuenta al momento de distribuir la ayuda prometida por el presidente Leonel Fernández.

Confiesa que es un humilde obrero, que nunca ha vivido ni medianamente cómodo, pero que  ese lugar “no es digno para un ser humano, porque hace días que no tenemos agua en los baños y la comida que nos han traído en los días recientes ni siquiera los haitianos se la comen, lo que es mucho decir”.

Redactores de este periódico constataron la veracidad de su denuncia. Se observarron servicios de alimentos cocidos sobre una mesa, que no son consumidos por los damnificados.

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