Damnificados están en espera

Damnificados están en espera

SORANGE BATISTA
s.batista@hoy.com.do
LOS ALCARRIZOS.-“
Suerte que estamos vivos, perdimos todo pero estamos vivos”, expresó Juliana Lora, madre de tres niños y cabeza de una de las 48 familias a las que un fuego de origen desconocido  redujo sus viviendas a cenizas en el batey Palmarejo, de Pantoja.

“Yo traté de sacar algo de la cocina pero ese fuego parecía que me iba a tragar y salí corriendo”, explicó la mujer que hasta ayer en la mañana no había recibido señales de ayuda, al igual que muchos de sus compañeros de tragedia.

Con la mirada fija en los camiones enviados por el ayuntamiento local que desde tempranas horas apilaban los escombros que resultaron del siniestro, los damnificados se preguntaban qué iban a hacer.

  Aunque amigos y familiares  han tendido la mano solidaria a algunos y otros han encontrado albergue en una escuela para dormir, los afectados se pasan el día en el lugar del siniestro, en espera de que les ayuden.

 “Nos trajeron dos o tres funditas y colchones pero era muy poco”, dijo Linda Joseph quien también se quedó en la calle con sus cuatro hijos.

El incendio. Alrededor de las 3:45 de la tarde la apartada comunidad fue sorprendida por las llamas que destrozaron todo a su paso.

  El fuego fue sofocado por miembros del Cuerpo de Bomberos y personas de la comunidad, evitando que las llamas se expandieran por las estrechas calles del lugar.

Aunque no se sabe  a ciencia cierta qué provocó el incendio, en la comunidad comentan que fue un niño que jugando con fósforos prendió una cortina.

Testimonio
Juliana Lora

Todo quedó reducido a cenizas

 Yo estaba dormida, erán casi las 4:00 de la tarde. De pronto escuché voces y pensé que era un lío de los que se arman aquí pero seguían los gritos, abrí los ojos y todo estaba nublado. Salí corriendo, me puse como loca, volví a ver si podía sacar algo de la cocina pero cuando entré el fuego venía como a tragarme y volví a salir. Me puse muy nerviosa, la gente a mi alrededor gritaba y los niños lloraban asustados. En eso me desmayé y me llevaron donde una vecina. Después que mejoré fui a ver lo que había pasado y solo encontré las cenizas. No se me salvó nada, pero en medio de esto doy gracias a Dios porque mis hijos no estaban ahí.

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