Damnificados Montecristi esperan ayuda

Damnificados Montecristi esperan ayuda

PALO VERDE, Montecristi. A 25 días de las inundaciones que dejaron a cientos de familias a expensas de la caridad pública, la ayuda oficial no se siente, mientras cunde la desesperación entre los desafortunados que han retornado a sus hogares por su propia cuenta, quienes ahora duermen en el piso húmedo y entre lodazales.

La mayoría de los damnificados todavía sienten las angustias que les dejó la destrucción de sus viviendas en zonas prácticamente inaccesibles de este poblado y de Guayubín.

Los colchones, todavía húmedos, abundan sobre los techos de las casuchas, mientras, los hombres sacan lodo de las casas y las mujeres limpian las pocas pertenencias que lograron recuperar.

Ni siquiera la proximidad de una tormenta tropical que ya ha provocado lluvias sobre el país y el alerta de las autoridades, no han detenido a las familias que están regresando a sus casas en los sectores Los Solares y el Ahogado, lo que demuestra que ya no le temen a otra tragedia.

Entrevistados mientras reparaban sus casas, Gerardo Antonio Martínez, María Castro, Fidelia Altagracia Báez, Luis José de la Rosa, Yaniris Cruz, José Luis Molina y Hubencio Ogando Pérez, aseguran que retornaron porque están cansados de “rodar” con sus hijos.

En los asentamientos familiares, todavía mojados por el agua, muchos han vuelto a las fiestas y la diversión, ajenos, quizás al peligro a que están sometidos con la presencia de un fenómeno que ya obligó al desagüe de la presa de Tavera.

El Río Yaque del Norte ha crecido en su cauce, aunque sus efectos todavía no se sienten en las apartadas comunidades del Noroeste, pero se teme que pueda arrojar consecuencias funestas en los poblados bajo riesgo como Guayubín, Palo Verde, Castañuelas y Manzanillo.

Muchos damnificados permanecen alojados en refugios

improvisados por las autoridades, pero se quejan de que pasan hambre y sed, porque las ayudas oficiales se demoran y en ocasiones simplemente no llegan a sus destinatarios.

Mientras tanto, en estos refugios hay niños enfermos que, incluso, no reciben asistencia médica.

En algunos puntos, organismos estatales y privados han

donado colchones, frazadas y mosquiteros, pero hay muchas

familias que no han tenido la misma suerte y lucen abandonadas

en hogares remotos y vulnerables a las inundaciones.

Las autoridades han ayudado tímidamente a movilizar a algunas familias de regreso a sus casuchas, pero prácticamente la mayoría llegan desamparadas, solo con la esperanza que las ayudarían.

En cuanto a las labores de prevención, las acciones de los organismos no se sienten en los puntos sensibles afectados por los desbordamientos de ríos y arroyos.

En medio de su desgracia, algunos habitantes sacan ánimo para jugar dominó en el barrio Los Solares, mientras otros se divierten al son de la bachata, a lo mejor para olvidarse por momento del estado de penurias que se observa entre los damnificados.

En las estrechas calles enlodadas del barrio se han distribuido una especie de “sanitarios móviles” para evitar la contaminación ambiental y que se desaten enfermedades peligrosas.

Montones de ropas viejas y mojadas están dispersas a los lados de las casuchas, mientras algunas mujeres «lavan a puños» las prendas de vestir que les han sido donadas.

Los damnificados carecen de energía eléctrica y cuando cae la noche se acuestan temprano, mientras algunos vecinos, viven en una especie de hermandad, se reúnen y hasta se pasan comida de lo poco que consiguen.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas