Danilo en la soledad de su elevada capacidad

Danilo en la soledad de su elevada capacidad

Han transcurrido dos años, desde que los dominicanos decidimos confiar una vez más en un candidato peledeísta para que nos gobernara por cuatro años; y la experiencia y la decisión mayoritaria de ese arrojo cívico no ha sido en vano, al ver de cómo en el tiempo transcurrido el presidente Danilo Medina se mantiene con un elevado grado de aceptación, por sus acertadas ejecutorias para resolver problemas que nunca antes había enfrentado ningún gobernante criollo.

Los pasados 24 meses han sido testigos de hazañas, unas tras de otras, de manera que pese al elevado grado de endeudamiento externo en tan solo dos años, las ejecutorias han ido directamente a impactar positivamente en los sectores menos favorecidos del país, que nunca antes habían tenido un interlocutor oficial que tomara en cuenta sus miserias y necesidades.

Ha sido una titánica labor de un solo hombre, que acompañado de un reducido grupo de hombres leales y seguidores a carta cabal de él, han empeñado sus necesidades privadas y personales para llevar a cabo un programa de gobierno que pareciera fue diseñado en una oficina desde hace algunos años y mucho antes de ser electo, y como cronómetro suizo, lo intenta hacer cumplir a cabalidad para beneficio de los más desposeídos del país.

No hay dudas de la intensidad del trabajo del presidente Medina, que sacrifica cada domingo del año para estar en todos los rincones del país, llevando esperanzas y alegrías a las comunidades visitadas que en su vida habían tenido la oportunidad de codearse en confianza con un mandatario. De ahí surgen compromisos de créditos que ya se están viendo sus resultados con el aumento de las producciones en los renglones donde los campesinos necesitaban de esa inyección de confianza y de dinero para resurgir de sus calamidades.

No ha habido un renglón de la actividad humana que la hiperactividad del presidente Medina no le haya puesto atención, asombrando a un país que por esa causa le da una alta valoración a su gestión, ocultando de esa manera las incapacidades en los desempeños de sus subalternos en las dependencias oficiales, aflorando a cada momento cuando la falta de mantenimiento hace colapsar algún servicio como es el caso de las plantas de tratamiento de aguas negras en donde ninguna comunidad, que antes poseía ese sistema sanitario, lo conserva operativo y solo precariamente ofrece servicio parcial para condenar a las comunidades a epidemias de alta peligrosidad.

Por igual tenemos el caso de las escaleras automáticas y los ascensores del Metro, ahora en reparación, que funcionan precariamente y la excusa es que la OPRET carece de dinero para el mantenimiento y lo llevan a cabo lentamente, mientras por razones políticas se embarcan en las costosas inversiones para extender la línea 2 en la zona oriental.

Es un agujero negro para el esfuerzo titánico de organizar el país, que el presidente Medina tiene en su administración cuando los responsables de las dependencias oficiales descuidan sus funciones y prefieren estar más alertas para iniciar nuevas obras como así ha sido siempre, o dejar destruir lo existente para hacerlas nuevas, o por un ego trasnochado llevan a cabo increíbles inversiones en un pabellón de feria que solo duró diez días y superando los 18 millones de pesos, justificando lo injustificable con el uso de sofismas trasnochados de una era de la guerra fría donde el marxismo arrollaba y embaucaba a millones de personas con una propaganda que ha sido la mejor escuela para muchos de los que acariciaban profundamente sus métodos de lucha y de conquista.

El presidente Medina y sus más leales colaboradores de años representan una gota de agua en el océano de la incapacidad e indolencia burocrática, que solo busca ventajas para alimentar sus ambiciones y obstruyen hábilmente las iniciativas de un buen gobierno. De ahí la forma tan hábil para dejar destruir maquinarias, equipos, edificaciones, carreteras, canales, retrasar las diez mil aulas, etc., para justificar inversiones o no ocuparse de conservarlas en buen estado, como ya ocurre con obras que no tienen ni un año de inauguradas, en que hasta el proyecto de Boca de Cachón, tan admirado y elogiado, ya sus casas presentan vicios de construcción.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas