Creo que el Presidente Danilo Medina está ganando la guerra de opinión pública relativa al caso Odebrecht, a pesar de la populista Marcha Verde y el infructuoso asedio de una campaña opositora y mediática tendentes a presentar al gobernante como beneficiario del peor caso de corrupción política originado desde Brasil, el cual ha concitado repercusiones en Latinoamérica, Europa y África.
Tengo la impresión de que la mayoría de la población no percibe a Medina en ese rol negativo, como sí ha ocurrido con otros líderes y ex gobernantes del continente, casos Colombia, Perú y Panamá. Mi concepto de que Medina está ganando la guerra de opinión pública se fundamenta en la observancia de dos procesos claros y precisos. Primero, la investigación que realiza el Procurador General, Jean Alain Rodríguez, la cual transcurre sin obstrucciones del Poder Ejecutivo. Su pesquisa ha sido independiente, amplia y expedita.
El Procurador ha interrogado a funcionarios, ex funcionarios, políticos del gobierno y de la oposición, empresarios, legisladores y figuras desconocidas; ha realizado allanamientos, pedido y decomisado documentos, concertó un amplio acuerdo entre la PGR y Odebrecht homologado por la Justicia; viajó a Brasil, centro nervioso del escándalo, para complementar in situ su investigación y se acaba de reunir en Washington con su homólogo estadounidense, el Procurador General, Jeff Sessions, y autoridades del FBI, la CIA y otras fuentes. Rodríguez, además, ha garantizado el apresamiento de los culpables.
El segundo proceso consta es el valor del juramento de Mónica Moura, la esposa de Joao Santana, quienes han negado ante el juez federal de Brasil encargado de investigar a Petrobras y Odebrecht, que las elecciones ganadas por Medina (2012 y 2016) fueran financiadas por el consorcio brasileño.
Naturalmente, si al final no hay apresados por Odebrecht, todo será en vano.