Danilo, Gonzalo y el pichirrí

Danilo, Gonzalo y el pichirrí

Eusebio Rivera Almodóvar

Durante la campaña electoral del año 2000, el candidato presidencial agrónomo Hipólito Mejía nos sorprendió cuando, durante una comparecencia en un programa de televisión, llevó a una gallina y le agarró el pichirrí para tranquilizarla y expresó que así haría con su principal contendiente, el licenciado Danilo Medina. De ahí surgió la frase folklórica “tranquilo, como Danilo” que muchos utilizaban en forma jocosa para responder a diferentes situaciones.

Revivo la anterior anécdota porque, a pesar de numerosas denuncias, acusaciones y posibles actos de corrupción atribuidos al expresidente Danilo Medina y su vencido, protegido y abiertamente respaldado, pasado ministro de Obras Públicas, ambos mantienen una tranquilidad solamente comparable con la que prosigue después de una poderosa tormenta.

Llama la atención la forma en que los medios de comunicación, notables autoridades del Ministerio Público y destacados miembros de la llamada “sociedad civil” han dejado en paz a esta pareja cuyo sobrenombre debía ser “los tranquilos Gonzalo y Danilo”, sin colocarla en manos de la dama de la espada y los ojos vendados. Parecería que nadie quiere tocarlos y cuando transito por autopistas, carreteras, avenidas y calles llenas de grandes hoyos que obligan a repentinos y riesgosos zigzags propios de corredores de carreras de profesionales, recuerdo el nombre de Gonzalo asociado al embrollo de la cuestionada compra de asfalto y me rebota en la mente su emporio de aviones y helicópteros imaginándome volando en uno de ellos, sin hoyos que esquivar en tormentosas carreteras y sobre todo, lamento no poder identificar el importante y poderoso personaje a quien él y su mentor Danilo tienen agarrado por el pichirrí para que nadie los moleste.

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