WATERBURY, Connecticut, (EEUU). Hacía más de dos décadas que el suscrito no pasaba la Navidad y el Año Nuevo fuera del bullicioso lar nativo. Ocurrió la última vez en Hamburgo, entonces República Federal de Alemania, en 1987.

El amor y su imperiosa unidad familiar junto a mi esposa Valencia (Pilar) Moreta, me trajo a esta lejana, apacible, hermosa y moderna ciudad del norte de Connecticut, a hora y media de Nueva York, donde reside mi cuñada Leónidas Moreta, quien recibirá quimioterapia el próximo martes en el Saint Mary Hospital contra un agresivo cáncer de ovario. Confío en Dios y en la ciencia para su recuperación. Espero regresar el 5 de enero.

El título precedente viene a cuento porque vi el día de Nochebuena a través Internet el mensaje de Navidad que dirigió al pueblo dominicano el Presidente Danilo Medina. De forma breve, sustanciosa y junto a su bella familia femenina, el gobernante enfatizó la imprescindible unidad familiar como el núcleo fundamental para la paz y el engrandecimiento del país. Su mensaje fue editado con otras familias dominicanas, representando la etnicidad constitutiva de la dominicanidad.

Me llamó la atención positivamente el hecho de que Medina, siendo candidato a la reelección, no gastó su tiempo en politizar su mensaje, el cual empezó destacando “al niño (Jesús) que nació para salvar al mundo”, pero sorprendió su concepto de que la misión de un mandatario no consiste en colocar su familia por encima de las demás, sino pensar primero en el pueblo y reconocer su compromiso de ser iguales a la familia común en los propósitos de unidad, amor, desarrollo social y humano.

Impulsar la unidad desde la cúpula del poder político es trascendental para la cohesión social, ahora que la “modernidad” atenta contra la familia.
Feliz Navidad.