Danilo, Intégrate

Danilo, Intégrate

FAUSTO MOTA GARCÍA
Reincido en tomarme el riesgo de que me respondan que nadie debe darle un consejo a otro si no se lo ha pedido. Pero las circunstancias y la personalidad de que se trata, merece la atención y unas líneas reflexivas que presenten una visión diferente a la que se asume. Finalizado el proceso interno del Partido de la Liberación Dominicana, considero que de nuevo se cometen errores, y éstos cuando se producen de forma repetida son demoledores y dejan traumas permanentes.

En medio del proceso interno del PLD advertimos de los peligros y lo innecesario de la lucha salida de tono, descalificadora y estigmatizante. En aquella ocasión sostuve que no existía posibilidad alguna de que el Lic. Danilo Medina ganara la justa interna al Dr. Leonel Fernández, quien es el líder del Partido de la Liberación Dominicana y encarna el liderazgo más firme y progresista de los candidatos que compiten con posibilidades de éxito en el escenario político de la nación.

El problema no consistía en esencia, en cual dirigente tuviera el control de la estructura partidaria, ni de quien representara los méritos partidarios para merecer el triunfo. Era más simple, se enfocaba en quien representaba la posibilidad con menos riesgo, de que el Partido pudiera seguir, gestionando la obra de gobierno y conduciendo el Estado Dominicano

En la antesala del proceso interno, el Lic. Danilo Medina, en su discurso de cierre produjo la mejor pieza oratoria de su pre campaña. En esa ocasión él afirmó: «Ha llegado la hora del perdón». Profunda y connotativa afirmación que lo dimensionaba en la categoría de gran gladiador y posible «futuro estadista». Lo paradójico e inesperado fue su afirmación al conocer los resultados electorales; expresión que deliberadamente obvio, para sólo fijar la mirada en lo supremo y sustancial, como siempre enseñó en la teoría y práctica el maestro de la Política, el Profesor Juan Bosch.

En verdad ahora me pierdo entre tácticas y estrategias al ver su ausencia en su espacio partidario natural, en el cual él se ha manejado con eficiencia y eficacia en los últimos treinta años de vida política, social y reivindicativa. Nadie le observa del nuevo y craso error que comete.

El penetra a un laberinto delicado, pues de mantenerse alejado saldría fuertemente afectado, parece no valorar que: Si el Partido gana, ganó sin él, y en consecuencia no fue necesario. Y si pierde la culpa es suya por no integrarse.

Lic. Danilo Medina, juzgo que usted innecesariamente se jugó la faja al poner en discusión su prestigio de excelente estratega político en la campaña de su partido. Ahora considero que le pone la bola por el centro, con poca velocidad y movimiento a sus adversarios, al asumir esa postura. Posición que hoy, mañana y siempre será incomoda de justificar a la dirigencia y la base de la organización a la cual usted ha dedicado esfuerzos, desvelos y vida.

A los procesos competitivos se asiste a ganar, o a perder, y si se considera que las condiciones son desfavorables, o confusas, el maestro enseñó, que es mejor retirarse con dignidad que aceptar humillaciones en mataderos electorales de resultados previsibles.

El país avanza, su partido también, ha pasado un tiempo prudente y razonable. Es momento de acción, de tomar decisiones heroicas. El famoso dramaturgo William Shakespeare, afirmaba a través de su personaje Hamlet que la disyuntiva en la vida se concentra en el «Ser» y en el «No Ser». Si se opta por «Ser» hay que tomar el peligro que implica esa opción en un país de frágil institucionalidad.

En esta ocasión la sociedad en su proceso de transición reclama de sus mejores recursos humanos, por lo que valoro correcto asumir una posición en la misma estatura y dimensión en la que una parte importante del pueblo le tiene a usted colocado.

Ahora es momento de grandeza de espíritu, de mirar al porvenir. Jamás de volver la mirada hacia atrás, asimilemos la lección de Sodoma y Gomorra. Y volvamos a aprender del mismo poeta Antonio Machado que expresó: «Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar».

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