Danilo Lasosé
El arca de Noé, en la Arzobispo Nouel y con diamantes

<STRONG>Danilo Lasosé <BR></STRONG>El arca de Noé, en la Arzobispo Nouel y con diamantes

POR MIGUEL D. MENA
Su presencia en la Zona Colonial es tan inevitable coma la campana de la Catedral o los policías del Altar de la Patria o los choferes frente a Paco’s. Darás todas las vueltas que querrás y cualquier intento será en vano. En alguna esquina te encontrarás con Danilo Lasosé o con sus huellas.

Crítico de arte, filósofo, flaneur, duende, cronopio, todo cabe en el concepto «Danilo Lasosé».

Si en la Provenza de finales del medioevo teníamos a los troubadores y en el Santo Domingo de los años 50 y 60 por aquí andaba Juan Sánchez Lamouth desgranando sus soliloquios y su genio, ahora nuestros días y fines de semana tienen a Danilo Lasosé.

Esa es la magia y la tragedia de la poesía que leerás si es que al fondo hay una ciudad y gente haciendo y deshaciéndose: debajo del poema asomarán los rostros amigos.

Tirarse a las aguas poéticas de Charles Baudelaire o Federico Bermúdez o Freddy Gatón Arce es encontrarse con Danilo Lasosé y sus eternos e incansables recorridos por un Santo Domingo que se concibe como un lápiz siempre escribiendo.

La ciudad es su gente. La gente de Santo Domingo no es sólo la que puede montarse en un taxi o llegar con retraso al escritorio o subir a la quinta planta. Nuestra ciudad también existe por sus noches, ¡y las noches son cada vez más duras!

Danilo Lasosé es un ser diurno.

No sé le conocen vicios que no sea el fumar como un murciélago de circo.

Danilo Lasosé es un tipo más tranquilo que un pastor de chivos en la Línea fronteriza.

Al ver a Danilo uno sólo pienso en el talento que se desperdicia, ¿o es que esa manera de vivir así es conciencia de un ser sólo sobre los márgenes?

En realidad no sé qué plantear. Hacía tiempo que unas líneas no se me atropellaban con alguien que percibo tan cercanamente. Es más a pesar de lo desprestigiada de la palabra, por el uso tan oportunista y baladí de que es víctima, diría que Danilo Lasosé es mi hermano. Ojo para los hermeneutas que me persiguen: ¡es la primera que utilizo la palabra hermano en un artículo!:

Me gustaría preocuparme de grandes temas como el sudar en el Sahara o la modernidad en Okinawa o de la problemática dermatológica en la canción contemporánea, como aquello de «de tanto amar se me secó la piel» o lo de «son tus carnes transparentes», pero no: tengo a Danilo en esta foto de enero del 2007, soplo para salir y percatarme de que Noé se largó con todo y arca y animales y espíritus santos.

Danilo Lasosé es parte de la metáfora del intelectual dominicano contemporáneo.

Tal vez lo haya dejado un arca y un Noé inconsciente.

Todo podrá ser su inconstancia, su escasa suerte, ¿pero y si no?

Afirmo que Danilo Lasosé tipifica a un intelectual que no encuentra espacio y a un sujeto que también sufre la sordidez de los trabajadores sociales y aún de aquellos que valorando su capacidad, no se dignan a darle una mano simplemente porque gente como Lasosé no encaja en la yipeta ni ayuda si es que él está al lado tuyo en el momento en que se aparece algún farandulero y quiere sacarte en la sección de sociales.

Dicho en buen latín, Danilo es un avis raris.

Sé que tenemos grandes creadores, pensadores, estrategas. De cada diez intelectuales hay trece con algún premio o placa o diploma o un buen puesto, ya fuese en el gobierno de antes o de ahora o de mañana. Ciertamente a Lasosé le ha faltado la astucia, la habilidad, el coraje para tirarse al ruedo y ha preferido apropiarse de la Zona Colonial y vivir de la caridad de los que se detienen a oírle sus charlas sobre Heidegger o Sartre.

Y aunque usted no lo crea, tengo casi la seguridad que no hay ningún dominicano que se haya leído «El ser y el tiempo», del gran filósofo de la Selva Negra, con tanta intensidad y perseverancia como Danilo Lasosé.

Pero la vida es así en nuestro país. No basta saber ni saber más de la cuenta.

En nuestro país hay que tirarse a la pista y caerle atrás al funcionario de turno o apañársela como sea.

O Gobierno o Universidad, ahí está el dilema.

¡Y vaya con ambos en los últimos veinticinco años!

Tendremos que preguntarnos –lógicamente que en otra ocasión- sobre los tipos de intelectuales que se han desarrollado, surgido y establecido en el sistema de saberes dominicano.

Alguien como Lasosé será el desencajado de siempre.

No es el héroe romántico que sufre porque hay que sentirse como algún personaje de Camus.

Lasosé sufre porque no le queda otro remedio que la calle y lo que le sobra a los amigos.

Mi querido Noé: Si ves a Danilo mándele mi cariño y no lo dejes de subir al arca aunque sea un ratico, por favor.

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