Danilo Medina

<p>Danilo Medina</p>

UBI RIVAS
La noticia política de este año 2006 la produjo el día siete de noviembre último el licenciado Danilo Medina, cuando los medios de comunicación anunciaron al día siguiente su dimisión de la poltrona de secretario de la Presidencia para optar por la Presidencia de la República en las elecciones de 2008.

Aunque la fausta noticia produjo el clásico estampido de un torpedo chino en un gallinero, de que se esperaba, ni modo que se esperaba, entendiendo que Danilo Medina, uno de los más densos expositores y polemistas en los medios electrónicos que domina a sus anchas y donde se crece hasta donde desea, como humano que es, siente aspiraciones más allá de un secundador formidable que nadie puede negar sin pecar ser injusto, a los proyectos políticos de hasta su reciente mandante, el presidente Leonel Fernández.

Polemistas y expositores como Danilo también lo es el presidente Fernández, un comunicador sui generis, exquisito, insuperable, por su inocultable talento y vasta cultura enciclopédica, como los son también el licenciado Francisco Javier García, doctor Marino Vinicio Castillo Rodríguez, doctor Euclides Gutiérrez Félix, doctor Mario Read Vittini, ingeniero Ramón Alburquerque y otros muy pocos más.

La dimisión de Danilo Medina y su virtual distanciamiento del presidente Fernández traduce que debieron producirse obligatorios conversatorios entre ambos, donde se dilucidaron de manera muy fina o frontal, el asunto del candidato a la Presidencia de la República por el PLD en las elecciones de 2008.

En esos encuentros, es evidente que la posición del presidente Fernández trilló los fastos de la figura jurídica que mayores descalabros y desgracias ha ocasionado al país en sus 162 años de trágico tránsito republicano, como lo es el propósito eternamente proditorio y condenable de la reelección.

Danilo ha renunciado no solamente a su influyente posición gubernamental, sino también a continuar siendo epígono de a quien ha servido en su causa política con el entusiasmo y eficiencia equiparable a la demostrada durante todo el tiempo al gobernante por García Fernández, ambos, en dos campañas políticas, 1996 y 2004.

Contrario al parecer de quienes no conocen el estilo de realizar política del PLD, Danilo Medina no será un opositor de a quien ha demostrado tanto, durante por tanto tiempo, en contra de tantos, sino que para mayor autonomía de su accionar político, pesquisa a nivel nacional, el parecer y latir de no solamente los compañeritos de las bases, sino más allá, a los de otras parcelas y a los sin parcelas también, para formar un universo y conformar un método, una biopsia, que le señale cuál es la posición del electorado de frente a las elecciones de 2008, y entonces pronunciarse en una u otra opción, si seguir con su proyecto o endosarle nueva vez, por tercera vez, el relevo al presidente Fernández.

En su ajetreo de “peinar” al país, Danilo Medina se percatará del alcance de la censura terrible del embajador estadounidense Hans Hertell, cuando al agotar una comparecencia de retirada ante el capítulo de la Cámara Americana de Comercio, el 22 de noviembre último, expresó que deja el país igual que como lo encontró hace un lustro, un fustazo para condenar la ineficacia é incapacidad para superar retos troncales como el de la electricidad, los hospitales sin medicinas, los barrios sin asistencia social por el gobierno pero también por los empresarios, que es donde incandese la lava del crimen, el narcotráfico y la violencia, por resentimiento y frustración social.

Ante el cúmulo de dificultades irresueltas que ha confrontado el presidente Fernández, será el gobernante, con su poder económico avasallante de manejar $230 mil millones en el presupuesto de 2007 y disponiendo de su albedrío congresional, y conociendo la inversión que viabilizó para obtener ese dominio, quien decidirá el destino político suyo, de Danilo, del PLD y del país.

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