Danilo Medina, la paradoja

Danilo Medina, la paradoja

Danilo Medina registró en la encuesta Gallup-HOY de enero pasado un altísimo nivel de aprobación (81%), a pesar de la gran cantidad de protestas que se registraron durante los primeros meses de su gobierno. ¿Por qué esta paradoja?

Durante la campaña electoral, Medina no logró cautivar lo suficiente el electorado y Leonel Fernández se tiró a la calle con una millonada a buscar votos y a concretar su legado. En la toma de posesión desperdició el capital político que generó su discurso al reconfirmar tantos viejos funcionarios. En su discurso de los cien días enumeró importantes obras y planes, pero el mensaje político fue borrón y cuenta nueva a favor de su partido y aliados, lo que desalentó sectores que reclaman ética y justicia.

No obstante, varios factores han favorecido el lanzamiento positivo del yo político de Danilo Medina en sus seis meses como presidente.

Primero, sus visitas sorpresas en guayabera a distintas comunidades los fines de semana, donde se le ve escuchando gente común y tratando de aportar soluciones a nivel micro. Es un liderazgo rodeado de sencillez que busca emanar desde abajo, sin arrogancia ni pretensiones. Además, sus viajes al exterior con poco cortejo y de corta duración envían una señal de prudencia y frugalidad.

Segundo, la decisión de asignar el 4% del PIB a la educación fue un mensaje positivo de compromiso con el bienestar nacional. No hacerlo hubiese constituido una violación más a la Ley General de Educación. No hacerlo hubiese violentado el pacto que firmó en campaña con la sociedad civil. No hacerlo significaba seguir posponiendo una gran demanda social. No hacerlo era dilatar más la posibilidad de mejorar la calidad de vida del pueblo dominicano. El anuncio del Plan de Alfabetización y la asignación de construcción de escuelas de manera transparente a ingenieros de las comunidades también ayudó a forjar su popularidad.

Tercero, Medina tuvo la suerte de escapar la furia popular a fines del año pasado cuando el gobierno anunció la reforma impositiva ante el gran déficit fiscal. El capitán del barco cuando se gastó el dinero era Leonel Fernández, y en las movilizaciones se afianzó la idea de que Leonel era el malo y Danilo el bueno. Esto le ha dado descanso al Presidente y sobresalto al ex Presidente.

Después de realizada la encuesta Gallup-HOY, la coyuntura más crítica fue la generada con Bahía de las Águilas. Ante el chasco gubernamental, el presidente Medina decidió recular. Queda sin embargo en el tintero: ¿Se apresuró Danilo Medina a anunciar una concesión de tierras fraudulenta sin contar con la información debida? ¿Lo engañaron sus funcionarios? ¿O intentó el Presidente colar un plan nefasto a ver si pegaba?

Sólo Medina y sus cercanos colaboradores tienen respuestas a estas interrogantes, pero al recular ante las evidencias del fraude, el presidente aumenta su popularidad a expensas de sus funcionarios envueltos.

El episodio de Bahía de las Águilas debe alertar sin embargo a la ciudadanía de que los chanchullos del gobierno no han acabado, y a menos que se tengan evidencias contundentes como las que existen en el caso de los terrenos de Bahía de las Águilas, el gobierno no es garantía de cumplimiento de la ley en tierra dominicana.

A seis meses de juramentado como Presidente, Danilo Medina parece dispuesto a mejorar el funcionamiento del gobierno, pero para lograrlo necesita enviar señales más claras de compromiso con la ética pública y la eficiencia, y necesita más luces y menos manchas en su gobierno porque todavía queda un largo trecho.

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