Danilo Medina sobrevive sobre el pantano histórico de la corrupción

Danilo Medina sobrevive sobre el pantano histórico de la corrupción

El imaginario que alienta el accionar de nuestros políticos está atado a unas prácticas tan repetitivas y recurrentes que, lejos de generar algún entusiasmo en la población, lo que dejan es una sensación de cansancio, pesimismo y apatía.

La práctica política nuestra, en sentido general, exhibe una notoria falta de creatividad de forma y de fondo. Antes las saludables novedades que ha introducido el presidente Medina, a partir de la sugestiva frase “hacer lo que nunca se ha hecho”, los políticos que pretenden desplazarlo, en vez de aprovechar este giro particular que él le ha dado al ejercicio político, lo que hacen es reaccionar con viejos mecanismos que terminan aumentando el contraste y destacando aún más el desfase que los marca. Esto explica la consistente popularidad del presidente Medina y el pobre impacto que exhiben los demás líderes de la oposición.

En lo que tiene que ver con el debate en torno a la corrupción, la manera como el presidente Medina ha manejado los fondos públicos, sin dudas, lo ubican en término de honestidad y pulcritud en un sitial muy distante de quienes le han antecedido, exceptuando el gobierno del profesor Bosch, cuya brevedad no le permite la consistencia necesaria para ser comparado.

Cuando se analice desde una perspectiva más distante en el tiempo, y el turbio oleaje que agita las pasiones alcance niveles más sosegados, la gestión del presidente Danilo Medina aparecerá, en coincidencia con sus propias palabras, como el gobierno más honesto que hemos tenido en nuestra historia contemporánea.

Hay que apuntar que la corrupción en nuestro país ha sido utilizada como un recurso político que toma el perfil de quien la promueve y la utiliza desde el poder. La corrupción en los gobiernos de Balaguer tuvo sus características propias y fueron diferentes a las que se pusieron de manifiesto en los gobiernos de Leonel Fernández.

Balaguer era un déspota ilustrado, un mago que jugaba con las voluntades ajenas.

Dotado de una fina percepción de la antropología del poder, Balaguer se valió de las debilidades humanas, en especial de la proclividad de las personas a la prevaricación y al dolo, para usarlas como un como un elemento de control y autoritarismo.

Balaguer tenía sus “incontrolables” favoritos, y empleaba la corrupción como elemento de disociación interna; incluso, era su método escindir grupos y personas para distanciar algunos liderazgos y aprovecharse de la dispersión que generaban las querellas y divergencias de sus seguidores para, sobre estas divisiones, acomodar a su mejor conveniencia el manejo autoritario de su gestión.

La corrupción que se promovía y toleraba en los gobiernos de Balaguer tenía su base en ese instinto agudísimo que él tenía de las personas, tanto de las que se le daba poder, como de las que sucumbían y se arrastraban tras las dádivas que se prodigaban desde las alturas. En muchos de sus escritos se puede apreciar ese sentido ilustrado y perverso con que él manejaba a los otros.

La gestión de Danilo Medina evidencia en diverso sentido un esfuerzo que apuesta a la honestidad. Danilo hace esfuerzos tangibles para sobrevivir con limpieza y honestidad sobre el lodo de un pantano histórico del cual, hay que decir la verdad, no resulta fácil salir impoluto, pues el hedor que emana de esta podredumbre lo ha contaminado todo y se mantiene resistente a los más penetrantes ambientadores.

Pero ahí están las iniciativas, los esfuerzos, el deseo que lo lleva a desafiar la historia, y a decir que su gobierno ha sido el más honesto. Esta afirmación, en medio de una agitada campaña política, es fácil rebatirla con vocinglerías y eslóganes, y mucho más cuando el blanco al que se dirigen los ataques está en el ejercicio del poder.

La realidad es que Danilo Medina hace grandes esfuerzos por distanciarse de la corrupción y disminuir su impacto nefasto. El presidente Medina gobierna en medio de una justicia corrompida, de instituciones diseñadas para facilitar la corrupción. Medina lleva su gestión en medio de muchas personas atrapadas en un espacio fétido que contamina toda la cultura y las marca profundamente con este fermento corrosivo y contagioso que se llama corrupción.

En campañas anteriores rodaban expedientes y documentos de corrupción por doquier. Sacar ventaja electoral del debate sobre la corrupción en medio de un campaña política, nunca había sido un tarea tan difícil para la oposición, como la que tienen por delante los aspirantes a gobernar con la presente gestión del presidente Medina.

Intentos por aprovechar la corrupción como tema de campaña no han faltado, lo que ha faltado son evidencias y argumentos contundentes para sacar provecho político de la misma.

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