Danilo Medina y el tiburonismo político

Danilo Medina y el tiburonismo político

Jhonatan Liriano

En el atolladero electoral terminaron de revelarse los patrones conductuales de la corriente política que lidera dentro y fuera del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) Danilo Medina: el tiburonismo.

Contrario a los que muchos pudieran pensar, esta hegemónica forma de buscar o mantener el poder no se define por la ingesta (sin eructar) de un tiburón podrido previo a la reforma constitucional con fines reeleccionistas. La compra y venta de votos legislativos certificada por el ministro tiburonista Tony Issa Conde ha sido uno de los hechos más emblemáticos de la corriente. Incluso le da nombre a la misma, pero no la define.

En esencia, el tiburonismo es una expresión extrema del pragmatismo político, que se especializa en decir o parecer todo lo contrario a lo que se es o se pretende. También podría definirse a través de sus representantes, como un conjunto de dirigentes políticos, periodistas, comunicadores sociales y supuestos actores de la sociedad civil especializados en justificación o relativización de los acontecimientos adversos a las tiburonadas.

Después de sus primeros cuatro años de gobierno, podemos encontrar numerosos hechos que por antonomasia sintetizan este fenómeno político del siglo XXI. Veamos 10 ejemplos.

  1. Tiburonismo es llamar a las víctimas de prácticas electorales fraudulentas a usar las vías institucionales para expresar sus quejas, cuando sabes que estas vías son estrictamente controladas por tu partido.
  2. Tiburonismo es encabezar una de las campañas electorales más inequitativas de la historia; utilizar cientos de millones en compra de voluntades el día de las votaciones; y beneficiarse de actos fraudulentos ejecutados en todo el país, para luego exigir a los afectados tranquilidad y conformismo.
  3. Tiburonismo es delegar en el PLD y sus catorce partidos aliados la defensa del tollo del escrutinio electrónico en una rueda de prensa en la sede de la Junta Central Electoral (JCE), para después reconocer frente a los observadores internacionales la validez y legalidad del reclamo de conteo manual. Tiburonismo es ser lo que mande la agenda mediática que se escapa de tu control.
  4. Tiburonismo es insistir en el diálogo, en el debate de las ideas, mientras se hace una campaña completa sin dar entrevistas, sin discutir con nadie, sin someterse a cuestionamientos: a base de pura propaganda pagada con fondos públicos.
  5. Tiburonismo es hacer alianza estratégica con el impoluto Félix Bautista y acordar la repartición del Estado con el querubín de Miguel Vargas Maldonado, mientras un coro celestial compuesto por Zorrilla Ozuna, Luis El Gallo, Trajano Santana y otros institucionalistas se prepara para festinar instituciones a la usanza del siglo XIX.
  6. Tiburonismo es decir “me venció el Estado” cuando se está en la oposición, y luego desde el Gobierno utilizar todos los recursos públicos posibles para aplastar a los opositores.
  7. Tiburonismo es venderse en la mañana como gobierno de diálogo, frugal y de amor al prójimo, pero en la tarde mandar a reprimir sistemáticamente (con el funesto general Rommel López) a quienes protesten pacíficamente frente a la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE). Para el tiburonismo levantar pancartas y tomarse de las manos en una “cadena humana” significa atentar contra la seguridad nacional.
  8. Tiburonismo es, por un lado, instalar en varias entidades públicas comisiones de veedores ciudadanos (incluidos algunos que son contratistas del mismo Gobierno), y, por el otro, entregarle a la corrupta e inexperta Odebrecht la construcción de dos plantas a carbón de Punta Catalina, con una sobrevaluación estimada en más de US$1,000 millones.
  9. Tiburonismo es anunciar con vehemencia la persecución de la corrupción a partir del simple rumor público, y levantarse al otro día invitando a no tirar piedras hacia atrás, porque na´ e´ na´ y to´ e to´. Para el tiburonismo lo importante es avanzar, el futuro. El presente solo sirve si es para hacer loas a sus formas diferenciadas, “únicas”.
  10. En fin, tiburonismo es venderle a la sociedad dominicana (desde el Gobierno, los medios de comunicación o ciertas figuras del progresismo de redes sociales) grandes tragos de pasado en copa nueva.

Con estas definiciones podemos identificar fácilmente el modus operandi del tiburonismo y sus servidores. Corresponderá a cada quien seguirlo, rechazarlo o enfrentarlo.