Danilo Medina y la reelección

Danilo Medina y la reelección

El dilema del presidente Danilo Medina ante la campaña reeleccionista desatada a su alrededor por funcionarios de su entorno es más ético que político.

Y en un país donde la actividad política se ejerce divorciada de la ética, cualquiera apostaría a que, al final, el presidente acabará «sucumbiendo al clamor popular».

Con sus luces y sombras, nadie sensato se atrevería a regatearle a Danilo Medina méritos suficientes para optar por la reelección, pese al impedimento constitucional existente.

Porque este impedimento no es insalvable, debido a que existen los mecanismos legales para sortearlos siempre y cuando haya voluntad política y consenso partidario para hacerlo.

Por eso felicité personalmente al entonces presidente Leonel Fernández en el Museo de la Resistencia, cuando, después de sus escarceos y amagos reeleccionistas, desistió de su proyecto.

Entendí, y así se lo hice saber, que desde el poder se pueden revertir muchas cosas y que por eso su decisión era plausible, porque desoía las voces que desde el poder clamaban por la aventura.

Leonel actuó prudentemente, entendiendo el desgaste natural del ejercicio prolongado del poder, además de que había un relevo esperando una merecida oportunidad después de un agravio por imposición del poder.

En el caso de Danilo, la situación es diferente, porque además de no enfrentar el referido desgaste, goza de la más alta tasa de popularidad presidencial que se recuerde en nuestra historia republicana.

Al margen de todas estas consideraciones, solo Danilo, en la intimidad de su conciencia, tendrá que decidir si da o no un paso que, además de las implicaciones éticas que conlleva, podría desatar una lucha frontal por el poder entre danilistas y leonelistas.

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