Pese a los amagos estratégicos, en ese sentido, el presidente Danilo Medina no buscará un tercer período de gobierno pero tampoco se la pondrá fácil a su rival Leonel Fernández de quien teme retaliaciones una vez salga del poder.
Tarde o temprano tendrán que sentarse a negociar un acuerdo que facilite la permanencia en el gobierno de un partido cuya imagen se ha visto afectada por numerosos escándalos de corrupción e impunidad.
Aún lleguen a un acuerdo, la victoria electoral no está del todo garantizada por los tantos actos de manejos inescrupulosos que se han develado en los cerca de 20 años que lleva el PLD en el poder.
A nivel popular, y la Marcha Verde es un buen indicativo de ello, existe un desencanto generalizado con los gobiernos peledeistas y la gente siente la necesidad de un cambio.
El gobierno, con su Procurador Jean Alain Rodríguez, se ufana de haber sometido a la justicia a los responsables de actos dolosos contra el Estado, sin embargo, en el caso más emblemático los sometimientos han sido selectivos.
Incluso personeros del oficialismo,como Temístocles Montás, quien admitió haber recibido fondos para campañas políticas de manos del principal imputado en el expediente de la Odebrecht, fue excluido del proceso.
Ese expediente, aún excluyendo a figuras importantes en el poder, e ignorando las adendas a los contratos de la firma brasileña, constituye un lastre que pesa mucho en las pretensiones continuistas del PLD.
Consciente de eso, por los rechazos suscitados y los impedimentos legales que tiene, Danilo no intentará reelegirse pero tampoco contempla a Leonel como el más indicado para su relevo. ¿Qué pasará?. El tiempo dirá.