La coyuntura histórica en la cual le ha tocado al presidente Danilo Medina dirigir los destinos de la nación le ha entregado una herencia de importantes problemas nacionales pendientes de solución, tales como el eléctrico, seguridad ciudadana, educación, alto costo de la vida, etc. Sin embargo, el mandatario ha tomado medidas específicas que apuntan a ir resolviendo parte de esas situaciones antiquísimas, muestra de ello es que le ha tocado el lugar privilegiado en la historia de la República de ser el presidente que otorgó el cuatro por ciento del Producto Interno Bruto de la nación para la educación pre-universitaria, pero también su nombre sería recordado como el gobernante que eliminó el ignominioso analfabetismo que arropa a parte importante de los dominicanos, una vez concluido el plan de alfabetización vigente.

Adicional a las iniciativas sin precedentes, enunciadas anteriormente, al licenciado Danilo Medina la Providencia Divina le ha otorgado la noble misión de ser el presidente que vaya al rescate del oro de los dominicanos. Ésta no ha sido una tarea sencilla, pues ha tenido que enfrentar no solo a la multinacional canadiense que mantiene en vilo a este pobre pueblo, sino también a todos los tentáculos nacionales e internacionales que Barrick Gold se ha agenciado para adquirir carta de corso que le permita operar a sus anchas en países en vía de desarrollo.

Voces autorizadas del gobierno han revitalizado las esperanzas originadas del patriótico discurso del 27 de febrero ante la Asamblea Nacional, donde el presidente asumió el intransferible compromiso de resolver, en un plazo prudente, el estado de iniquidad planteado en relación al funesto contrato minero, al dar a conocer que ese conflicto con la minera canadiense terminaría a más tardar en el mes de abril de este año.