La propuesta de gobierno de Danilo Medina, candidato presidencial del PLD, ha mantenido una coherencia tal a todo lo largo de esta campaña electoral, que se torna cómodo dar seguimiento y comprender sus planteamientos con relación a la futura administración que encabezará, ya que da a entender su visión del Estado, sabe decodificar las ideas y contextualizarlas de manera que el receptor pueda establecer rápidamente las razones por las cuales conviene al país que él sea el próximo presidente de la República. En cada intervención Danilo pone en evidencia, no solo su superioridad en el manejo de las políticas públicas, sino también las debilidades estructurales en el pensamiento político de su principal contendor.

Hurgando en los discursos de Danilo, de forma enfática suelo escucharle hablar de la promoción del “capital social”, concepto poco utilizado por políticos latinoamericanos y de manera particular por los de nuestra nación, a pesar del auge que éste alcanzara en el debate académico desde principios de la década de los ochenta.

Es considerado como una variable que evalúa el nivel de colaboración social entre grupos humanos, así como el aprovechamiento individual de los recursos y oportunidades que surjan de esa relación, fundamentado siempre en las normas efectivas, la confianza recíproca y en el desarrollo de redes sociales.   

El “capital social” es uno de los eslabones perdidos en la cadena que enlaza el crecimiento económico con el bienestar común para reducir considerablemente los niveles de desigualdad social que aún imperan en nuestro país.

Con la importancia que Danilo le asigna al concepto “capital social” demuestra claramente, no solo el alto conocimiento del mismo, sino también su compromiso con la creación de una sociedad en la cual los individuos puedan combinar el referido capital con el capital económico y humano para lograr sus objetivos, individuales y colectivos.